Si se pagara a los buitres italianos en las condiciones que anunciaron
Prat Gay y Peña no sólo seria una rendición del actual gobierno, Macri y los suyos se estarían
sumando al ejército invasor y sauqueándonos para su corona: el capital
financiero internacional.
Son 1350 millones hoy y un futuro de 200 mil o la cifra que seamos capaces de pensar para nuestros hijos, nietos y los que vengan después.
Si pagáramos -todos los argentinos, no sólo el
gobierno- el 150% del capital que reclaman estos bonistas que no acordaron quita, vendrían todos los
que acordaron quitas y reclamarían al menos su 100%. Grecia en América
del Sur.
¿Y las aguas?
Del lado del pueblo estarán los dirigentes que
hoy convoquen a impedir esta entrega, los que no la habiliten en el Parlamento, los que ionterrumpan vacacionese internas y se la jueguen unidos y los que se la jueguen por una repuesta UNIDA, en cada puesto en que se encuentren.
¿Y el Titanic?
Discutir hoy otra cosa, sea cual sea, sería discutir con qué música bailar mientras el agua nos va tragando. Internas, resistencia, despidos, represión, cuadros bajados, genocidas reciclados, todo se subsume en estos dólares comprometidos y todo se podrá realizar si damos el primer paso de no permitirlo.
(Con la esperanza de que estos inmensos, maravillosos doce años tengan mejor destino que el musgo y que estas reflexiones no sean esas las botellas al mar de las que hablaba Marechal)
ES TIEMPO DE CONSTRUIR LO NUEVO En los mejores días, decíamos "Gracias Flaco y Cristina x hacer lo que dijeron que iban a hacer y parecerse tanto a lo que fuimos y somos". Intentamos un continente en que crecer con solidaridad, inclusión, diversidad, equidad y justicia. Hoy la situación es otra: Un gobierno dirigido realizar su "revolución" conservadora, saquear al pueblo, arrasar derechos y legalizar el nuevo estado de situación. AHORA ES TIEMPO DE IMPEDIRLO Y LO HAREMOS RESISTIENDO UNIDOS
miércoles, 3 de febrero de 2016
lunes, 1 de febrero de 2016
ES LA DERECHA, ¿VISTE?
La
derecha es eso que restaura el dominio del capital concentrado mientras muchos
nos preguntamos qué es.
Fascismo
en las crisis terminales, terrorismo de Estado en las crisis de aquellos países
que llegaron tarde al reparto del mundo, neoliberalismo con el avance del complejo
militar- financiero sobre el debilitado Estado de bienestar DESDE LOS ´70/´80, , estatismo y
negocios para la oligarquía en recomposición de los ´30, desarrollismo
multinacional y entregador para los vencedores finales de lo que inició la “Libertadora”
, menemismo de lumpen gobernantes y liquidadores eficaces en la captura parcial
y temporaria del peronismo en crisis en los ´90.
Deteniéndonos
un poco más en la Libertadora, sus poderes en las sombras fueron los mismos que
diez años antes soñaron con un gobierno de la Suprema Corte y sólo a regañadientes
aceptaron la salida electoral cuando la movilización del 17 de octubre cercó la
Rosada. Golpe, gobierno de la Corte, salida electoral aunque gane un enemigo.
La derecha es cualquier cosa menos
rígida. Con el poder económico en sus manos puede darse tiempo y encarar salidas
a cada crisis.
Si
la dominación es clara y la hegemonía del Gran Capital posible, la derecha es eso
que sobrevuela y ronda mientras partidos y políticos en decadencia le hacen el
trabajo sucio y tratan de entibiarlo con discursos republicanos.
Si
la dominación ha sido puesta en peligro y la hegemonía cuestionada, como es el
caso de los últimos doce años, al no estar presente la alternativa militar los
dueños del país tienen que tomar cartas en el asunto y apelar a sus hombres de
confianza absoluta. Como es el caso actual. Cada ministro, secretario,
funcionario de mayor o menor rango, debe su lugar y lo ejercita antes que por su capacidad de manejar lo
virtual o disfrazar los obvio, a su incondicionalidad para con la restauración
conservadora y con la liquidación de toda traza del Estado de bienestar que kirchnerismo
vino a reinstalar aprovechando el vació de hegemonía en que nos sumiera la
decadencia del menemismo y la triste experiencia de la Alianza.No son brutos, bocones ni insensibles: son soldados de una restauración conservadora absoluta.
Entre
los muchos debates que abre el traspié de un gobierno popular, nuestro gobierno
popular, está el de definir a qué nos enfrentamos, cuáles son los rasgos
salientes de ese adversario que ha venido a ocupar nuestro lugar, sus métodos,
objetivos, perspectivas, su identidad al fin. Hay compañeros que se sorprenden
por la virulencia de estos cincuenta días, otros que aún en su perplejidad
ensayan formas de resistencia con los métodos habituales, otros arriesgan que
el macrismo no podrá sostener el ritmo actual, otros en fin suponen que el
futuro inmediato será más virulento que el actual.
Cada
momento dota a las derechas de una impronta, modalidades, sesgos, tics, así como
desafecta otros. Lo que no varía es el objetivo central –consolidar el poder
del Gran Capital- y el manejo de los tiempos: si la Libertadora ya se planeaba
antes del primer triunfo electoral de Perón, este gobierno ya se pensaba en el
2001 y antes aunque con variantes que la política fue descartando. Los dichos
de Melconian que durante años se difundieron para solaz de muchos compañeros (“si
este modelo se sostiene se va a exportar”) ya lo anticipaban en el 2000. Claro que
en aquel tiempo este coestatizador de deuda privada soñaba con un triunvirato
dirigido por el FMI mientras ahora vive, desde la presidencia del principal
banco oficial, la realidad de un gobierno de derechas electo por la derrota
electoral de un gobierno popular.
En un inteligente artículo, "Son otra cosa", Gustavo Varela hace un desarrollo creativo, perspicaz sobre aquellos que enfrentamos. Muchos personajes responden a la impronta que desarrolla, pero no acuerdo con lo central: no "Son otra cosa” . Este es un gobierno de
derecha, de la derecha más recalcitrante que se pueda recordar en un recambio
democrático. Viene, vale la pena repetirse, a restaurar el poder absoluto del Gran
Capital y a destruir toda la malla de reparación, inclusión y soberanía laboriosamente
construida por el kirchnerismo en doce años.
Sus
sujetos, los verdaderos artífices de este gobierno, no son los que nos entibian
las orejas mientras nos desocupan, nos basurean y amenazan, en fin nos excluyen.
Sus verdaderos sujetos son los que hacen esto último, despedir, entregar
patrimonio y soberanía, endeudarnos, conculcar derechos, discriminar, demonizar.
Y lo hacen tanto por necesidades del frente interno de la Alianza conservadora
(todos quieren más de lo que el gobierno les asigna, todos creen merecer más de
lo que les toca) como y principalmente por la tarea que se han asignado: eliminar,
esta vez con relativa legalidad institucional, toda esperanza de democracia
inclusiva y toda identidad protagónica en las mayorías populares. No pueden hacer otra cosa: o nos derrotan en toda la línea y trasladan la derrota al conjunto del pueblo o volvemos y el reclamo popular será mucho mayor. Más inclusión = menos privilegios. Es la ecuación que vienen a destruir
Cierto
que esta coyuntura nos llama a ser creativos y saber leer el discurso y los modos
de quienes nos despiertan a la mayoría de los argentinos cada día con una
batería de agresiones. Unos con el tono de las telefonistas que te explican por
qué está cortada la luz, internet o el teléfono y no se sabe cuándo vuelva. Otros
con el tono de “se acabó la fiesta”. Lo primero es no calentarse y no perder de
vista que la discusión está en lo que este gobierno está haciéndole al pueblo,
a la Nación, a la democracia, antes que en sus modos. En lo segundo está el
quid de la cuestión: erraríamos si pensamos que la pasividad de muchos
conciudadanos deviene del engaño que les producen los modos macristas: lo que genera
cierta disgregación en nuestro pueblo hoy es la percepción de la brutalidad y el
fundamentalismo de este gobierno, la sensación de que no va a detener su
ofensiva si no es en el marco de una confrontación mayúscula.
Por
eso no se masifican, aún en los sectores
más afectados por la ofensiva macrista, las acciones de defensa de los derechos
adquiridos.
No
es nuevo, lo mismo sintieron los dueños del país en el 2003. Si La Nación le dio
a Néstor una año de futuro como presidente, la bajada de los cuadros le vino a
indicar al poder real que, excluido el golpe no había herramienta posible para
sacarnos del gobierno en lo inmediato y tuvieron que fumarse doce años de
compartir poder con un Estado relativamente protector del interés popular.
Ahora viene su revancha y en su fundamentalismo no hay otro límite que el que
se logre imponerles desde una acumulación popular. Como me señalaba un
compañero en estos días es más que una lucha simbólica al que enfrentamos, es
lo que hace este gobierno y las consecuencias materiales que produce: cada
medida consolida posiciones para el gran capital, pero en mayor medida debilita
a los sectores de pueblo y mina su capacidad de disputa. La desocupación es uno
de los ejes centrales de este proceso.
Buena
parte de nuestro pueblo tiene, aunque a veces cueste percibirlo, la suficiente experiencia
política como para saber que los derechos adquiridos en estos doce años fueron
adquiridos con el gobierno como cabeza de cada iniciativa y que se necesita de
una gran unidad social y de cada resquicio de gobierno que conservamos para retomar
el camino de inclusión y soberanía emprendidos en 2003. No es por la confusión
que generan los malos repetidores de malos aforismos que el gobierno macrista no
encuentra obstáculos serios a su acción restauradora.
Es
porque la derrota electoral no termina de procesarse en aquellas herramientas
que sirvieron para llegar a donde llegamos, el FPV, el PJ, las mayorías
parlamentarias, gobernaciones, gobiernos locales y por supuesto, las
organizaciones sociales.
No
habrá recomposición popular suficiente sin una señal clara de unidad de estos
sectores, nuestra dirigencia, con una clara perspectiva: nada se puede esperar
de este gobierno en el sentido de inclusión, soberanía, ampliación de derechos,
desarrollo productivo, empleo.
Cada
sector social irá tomando nota de esta realidad en diferentes momentos acorde a
cómo vaya siendo afectado, pero todas las acciones que se produzcan sólo aportarán
a la recuperación de lo que construimos si se la vincula a dos objetivos
insoslayables: ganar las legislativas del 2017 para condicionar al gobierno hasta
su derrota en 2019.
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Etiquetas:
Derechas,
exclusión,
resistencia,
restauración conservadora
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