En un artículo publicado hoy en Página 12, el colega Sergio Zabalza arriesga una
explicación para el 40% obtenido por la formula Macri- Pichetto.
El
tema merece algunas precisiones.
El 27 de octubre fue un verdadero
referéndum contra el neoliberalismo. Por imperio de la catástrofe macrista y
del retorno explícito de la cultura nacional y popular expresadas en el Frente
de Todos, las formas ideológicas y políticas de uno y otro sector se
transparentaron al punto que sería parcial creer que el voto mayoritario fue
sólo contra Macri, Vidal o Peña. También sería parcial asignarle una identidad
única promacrista a quienes no votaron al FdeT.
Si el triunfo resignifica la
conformación de un conglomerado social, la derrota, aunque conlleve un caudal de
votos importante, no necesariamente deviene en unidad. Hay mucho más que eso.
Miedo, confusión, duda, desconfianza, hasta imposibilidad de subsistencia,
ampliando la unidad de reales adherentes.
Esto visto desde lo político.
Pero otros abordajes requieren precisiones.
Cada vez que Freud proyectaba su
pensamiento más allá del acontecer terapéutico, del espacio de la
transferencia, se tomaba el trabajo de aclarar que entraba en el terreno del
metapsicología, en el que, Él entendía, sus conceptos y herramientas devenían
en opiniones no sujetas al análisis propiamente dicho. Ello no implica ignorar
el aporte que Freud pueda haber producido en ese terreno, tampoco las
conclusiones, útiles para la labor analítica, en que logró avanzar al adentrarse
en ese campo.
Por caso, los desarrollos sobre
los procesos identificatorios, sobre la histeria y el amor, presentes en
Psicología de masas y análisis del yo, son aún hoy de plena vigencia en la
labor analítica, en tanto que sus miradas hacia la multitud, significada como
masa en tiempos de gestación del fascismo, sobre el liderazgo, etc., marcadas
por el mismo proceso, deben pasarse por este tamiz, político, de
involucramiento de quien lee aquello que analiza y de revisión del interés que
se encarna en él, a la vista de los procesos democráticos, revolucionarios y
contrarevolucionarios acaecidos en el siglo susbsiguiente a estas producciones.
Traducido, es el plano político el que fija el marco de los procesos sociales y
políticos.
Cuál es el marco respecto al 40%
que votó a Macri? La volatilidad de la subjetividad que se le supone a ese
40%.
Veamos. Presidenciales
2003: Néstor 22.25%, Menem 24,25%, López Murphy 16.37%, Adolfo Rodríguez Saa
14.11%. Presidenciales 2007: Cristina 45.28%, Carrió 23.05%, Lavagna 16.91%,
Alberto Rodríguez Saa 7.64%. Presidenciales 2011: Cristina 55%, Binner 16%,
Ricardo Alfonsín 11%, Alberto Rodríguez Saa 8%.
Respecto al 2003, Zabalza suma a
los votantes de Menem y López Murphy para vincularlos al 40% del 27 de
octubre.
¿Donde está el 40% en el 2007?
¿En Carrio + Lavagna? Concedámoslo, aunque nuestro próximo presidente no
coincidiría con esta caracterización, ya que su mensaje, el nuestro, contiene a
muchos de los seguidores que convocaban la imagen de Carrió, aún denunciante de
la deuda externa, por ejemplo y Lavagna, no muy lejano ministro de Néstor.
¿Alberto Rodriguez Saa? Es quien inició, 9 años después, lo que vivimos hoy con
el “hay 2019”. ¿Que aquel Alberto R. Saa tenía otra identidad que el de 2016?
¿Puede producirse ese cambio en un sujeto y no en una multitud que concurre de
uno en uno a las elecciones?
Revisemos entonces 2011: Cristina
55%, Binner: 16%, Ricardo Alfonsín 11%, Alberto Rodriguez Saa 8%. ¿Los sumamos?
90%. Queda un 10%. ¿Reunimos, forzadamente si vemos el proceder posterior de
cada uno, al segundo y tercero? Da 27%.
¿Qué se trató de una coyuntura
muy particular, signada por la muerte de Néstor, las mieles de los mejores años
K, la inmadurez del frente de derecha? De eso se trata lo que cuestionamos: ese
40% del 2019 no estuvo ni “ estará siempre". No es un sujeto
que pueda encontrarse en 2003, 2007, 2011 a menos que su identidad no consista
en el gorilismo, “ser más proclive al sufrimiento que al disfrute", o
“expresión de nuestros aspectos más oscuros" sino que, simplemente,
consista en que no nos voten.
Nada más negador, en lo político,
de la transversalidad de Néstor, Cristina, Alberto, nada más lejano de aquello
que nos permitió volver a la historia desde aquel 22.25% de Néstor al 49/50%
del domingo que está idea de sumar como inconvocables a quienes no nos votan.
Nada más lejano a las
subjetividades que se construyeran alrededor de nuestras luchas históricas como
pueblo que la masificación, que suponer que TODOS aquellos y aquellas que no
nos votan no sienten “la alegría que no nace del marketing", que
no “responden al hielo de la soledad con el llamado al Otro”, que
no saben “que el resentimiento nos lleva a lo peor".
Lo significativo y mayoritario de
nuestra sociedad es justamente lo contrario: el choque permanente entre la
reproducción capitalista, manifiesta en las formas salvajes que tomara la
derecha desde, pongamos, Rivadavia hasta Macri contra la cultura política y
social solidaria, participativa, de reclamo y disputa de derechos, de
inclusión, gestada desde la resistencia a la conquista y la colonia hasta su
unificación y proyección a políticas de Estado fundamentalmente desde la
irrupción del peronismo.
Tenemos Frente de Todos, como
tuvimos UC, FPV, movimientos sociales, la mayor agremiación real de Occidente,
etc, porque la mayoría de nuestro pueblo se une alrededor de esa cultura y allí
abrevan nuestras construcciones orgánicas.
Cuando nuestras propuestas
aciertan con lo que nuestro pueblo puede realizar, esto se expresa de manera
visible, ganamos y gobernamos. Cuando no logramos esas propuestas, los sectores
más dispersos, o más acuciados por las crisis, o más funcionales a los
intereses oligárquicos, quedan subsumidos en el núcleo duro votante de derecha,
no por afinidad permanente sino por imposibilidad de acompañarnos.
¿Esto elimina considerar el odio,
la violencia, la negación de identidades, la demonización, las factorías de
sentido al servicio de lo perverso? Para nada sólo se trata de ubicarlos en
donde se los puede abordar sin resignar a casi la mitad de la población.