El cuento sobre el Rey desnudo es conocido. No es tan así con su verdadero mensaje: El rey, que cree que no verán su desnudez, no es necesariamente estupido. Simplemente no entiende que se ha roto su hegemonía y con ello se ha roto la unidad de discurso, mirada y actitud en la sociedad. Aún es rey, lo dicen las personas a su paso, pero unos lo dicen desnudo, otros lo verán sin ropa, otros lascivo, otros ridículo. Y habrá un residuo que lo vea vestido ya que si aún lo llaman "Rey" es que aún no se ha construido una nueva unidad para decir, actuar y ver lo humano. Hay una crisis de hegemonía.
Y
si bien eso parece bueno para el pueblo y malo para el rey, las crisis no se resuelven solas.
Reviso el artículo ARGENTINA FOR DUMMIES", por Marcelo Figueras, publicado en El cohete a la luna". (https://www.elcohetealaluna.com/argentina-for-dummies/#more-2681)
La intención del texto parece ser alertar sobre la degradación subjetiva que promueve Cambiemos. El tema es cómo y en qué medida esto funciona.
Creo que una sola, cualquiera, de las movilizaciones de diciembre lleva a discutir en otros planos el andamiaje creativo que despliega Figueras.
Para que ciertos métodos, maniobras, andamiajes, dispositivos, funcionen contra el pueblo después de doce años en que otros métodos, maniobras, andamiajes y dispositivos funcionaron en su favor, es necesario que haya pasado algo, no sólo del orden de lo sociológico, lo comunicacional o lo cultural en general, sino de lo político: ese algo fue la derrota del 2015.
Figueras se pregunta. " ¿No será que al menos parte de nosotros está cansada y se siente dispuesta a pagar un precio, y hasta un alto precio, con tal de desdramatizar nuestra realidad y entregarse a una rutina sorda pero salva?".
Siempre cansa resistir, ningún pueblo hace su modo de vida de la disputa permanente, a menos que otro modo sea imposible o a menos que en su experiencia directa haya vivido algo de ese paraíso que vino a sobrepasar la fantasía para instalarse como cotidianeidad.
Venimos, como sociedad y como pueblo, de terribles experiencias: genocidio, hiperinflaciones, Malvinas, "conversiones" de Estado como en los '90, decepciones. Y a pesar de todo desembocamos en los doce años más inclusivos, democráticos y productivos que haya conocido nuestro país. El sueño que propuso Néstor en su discurso presidencial.
Pero así como un pasado inmediato trágico no deviene necesariamente en tragedia permanente, un período excelso para nuestro pueblo, no necesariamente nos vacuna contra la reacción ni pone al colectivo en guardia permanente contra todas las estrategias de los que siguieron siendo dueños del país . Así que hubo derrota.
Y para revertir eso, además de ver cuestiones parciales o sectoriales hay que preguntarse en qué consistió la derrota, ya que si no sabemos qué hemos perdido, en qué orden retrocedimos como pueblo (no como "argentinos" ya que entre Macri y yo hay menos onda que la que yo pueda tener con un inuit o Macri con un jeque árabe) no entenderemos qué hay que recuperar, desde dónde. Y eso también puede explicarse fácil: Perdimos el control, relativo pero control al fin, del Estado. Y ese gran andamiaje que, en manos compañeras y en algunas no tanto, nos permitía inclinar la balanza del sentido común a favor del pueblo, vuelve a funcionar para lo que fue concebido: construir sentido común afín al modo de dominación y explotación que los dueños del país han construido como SU cultura.
No hubo magia ni hay magia, mucho menos estupidez en nuestra gente, a menos que hablemos de las responsabilidades en esa derrota. Puestos a pensar la actualidad sin revisar la derrota (es lo que sucede desde antes de la asunción de Cambiemos) coincidiremos en que los únicos que no pueden ser culpados son el hombre o la mujer de a pie.
Vale aquí revisar otra pregunta de Figueras: " ¿No será que hay mucha gente entre nosotros que preferiría desentenderse a entender, borrarse a poner el pecho, vivir una telecomedia de Suar a una peli épica?".
La respuesta no es "sí" o "no". Es: NADIE ES UNO. Quienes festejaron mundiales de 1978 hicieron el 30 de marzo de 1982. Antes o después de la película de Suar alguien acompaña a las Madres, celebra que haya aparecido otra nieta, hace paro en su fábrica, en su dependencia, corta una ruta o se solidariza con quien fue despedido. Nadie es uno, todos somos un mar de contradicciones atravesado por la ilusión de ser coherentes, educados, reflexivos, maduros, cuando también somos incoherentes, superficiales, inmaduros, irreflexivos.
La cuestión es otra: hacia dónde se dirigen los puntos de unidad colectivos y hacia dónde las subjetividades se alinean con ese sentido.
Perdido el gobierno, agredidos por todos los flancos, desde la destrucción planificada de su subjetividad (punto en que coincido con el texto, aunque no del modo que se presenta) hasta las balas y el hambre, lo significativo de cómo termina 2017 y comienza 2018 no es que haya tanta gente desorientada, tanta que vota a Cambiemos cuando casi toda su ofensiva institucional y regresiva se convalidó por mayoria en un Congreso en minoría, sino cuánta fortaleza tienen en la resistencia a Cambiemos las subjetividades construidas en resistencias históricas, las identidades que no sucumben a pesar de setenta años de acción oligárquica contra la emergencia del Estado populista.
Con todos los medios en contra, pusimos el secuestro y asesinato de Santiago entre los componentes esenciales de la conciencia popular, rompimos el 2 x 1, el ajuste va perdiendo el maquillaje de "modernización" y "no corrupción" para mostrarse como despidos, persecución y desmantelamiento productivo, la "reforma"previsional se desnudó como saqueo y la laboral como servidumbre planificada. Ayer, la división de poderes fue sustituida por el Megadecreto.
En menos de dos años de gobierno de derecha de la coalición oligárquica más poderosa que se haya logrado en democracia, todo el cotillón que describe Figueras y mucho más cotillón que no describe, sufre la suerte de la cotillones: lo que no se descascara se humedece, lo que no, pierde el color, lo oculto reaparece tras borrarse el polvo amarillo y lo que parecía disneylandia en sus mejores días emerge como esos paisajes sórdidos de Carpenter desde atrás de la escenografía globera: son los dueños del país lanzados a represión, ajuste, saqueo de recursos populares, endeudamiento express, negociados a plena luz, con un apuro que muestra que han comprendido: otra vez les será esquiva la hegemonía, mientras la confusión va abandonando paulatinamente el ropaje #SeRobaronTodo, reaparecen con cada vez más pueblo los dichos, los reflejos, los reclamos que tarde o temprano, la oligarquía lo sabe, terminan yendo por el gobierno para convertirse en política de Estado.
Que eso llevará tiempo? En realidad el que necesitemos para ocuparnos de armar el Frente capaz de recuperar el gobierno en 2019.
Cada vez más gente de a pie está poniendo lo que mejor hace: resiste, aún en situaciones extremas. Abundar en aquellos que aún no ven la realidad que los destruye ya pasó. Lo masivo se vuelve mayoritario en la experiencia colectiva, la unidad del pueblo sucede, siempre por intervención de la política.
La referencias políticas son las que hoy tienen la responsabilidad de ponerse a tono con las condiciones que el pueblo ha creado.
ES TIEMPO DE CONSTRUIR LO NUEVO En los mejores días, decíamos "Gracias Flaco y Cristina x hacer lo que dijeron que iban a hacer y parecerse tanto a lo que fuimos y somos". Intentamos un continente en que crecer con solidaridad, inclusión, diversidad, equidad y justicia. Hoy la situación es otra: Un gobierno dirigido realizar su "revolución" conservadora, saquear al pueblo, arrasar derechos y legalizar el nuevo estado de situación. AHORA ES TIEMPO DE IMPEDIRLO Y LO HAREMOS RESISTIENDO UNIDOS
sábado, 13 de enero de 2018
miércoles, 10 de enero de 2018
La libertad, el Estado, la multitud, el grupo
Feinmann escribe
a propósito de la libertad y como
obtenerla, en su artículo de Pagina 12 del domingo 7 de enero: “El hombre libre y las grandes
alamedas “.
Es extraño
que justo en el primer párrafo Feinmann desmerezca una de las bases principales
de ese concepto en Argentina: el discurso de Perón, del 17 de octubre de1945. Algo le ha pedido analizarlo, pero
en su opinión se trata de un mensaje que convoca a la desmovilización y
abandono del espacio público por parte del pueblo.
Veamos. Sin
que hubiera antecedentes en décadas de
movimiento popular ( lo de "movimiento", es algo a considerar, ya que nunca había alcanzado la unidad
necesaria como para considerarlo así) tenemos a una multitud que rodea la
Rosada y reclama por la libertad de Perón.
Cerrada la
negociación dentro de la casa presidencial, con el llamado a elecciones a seis
meses vista, Perón se pone de pie para irse, pero escucha a sus interlocutores:
"salga y dígales algo o no va a poder salir nadie".
No se fue
a su casa sin hacerlo. Tampoco salió para decir "la casa está en
orden", vayan a abrazar a sus familias. NO. Salió al balcón y produjo el
discurso más revolucionario, movilizador y obrerista en el mejor sentido, que
se haya pronunciado en Argentina antes de 1945.
"Esta es la verdadera fiesta de la
democracia, representada por un pueblo que marcha a pie durante horas para
llegar a pedir a sus funcionarios que cumplan con el deber de respetar a sus
auténticos derechos.(..) amar a la patria no es amar sus campos y sus casas,
sino amar a nuestros hermanos. Esa unidad, base de toda felicidad futura, ha de
fundarse en un estrato formidable de este pueblo, que al mostrarse hoy en esta
plaza, en número que pasa de medio millón, está indicando al mundo su grandeza
espiritual y material. (...) Trabajadores: únanse; sean hoy más hermanos que
nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa
tierra la unidad de todos los argentinos. Diariamente iremos incorporando a
esta enorme masa en movimiento a todos los díscolos y descontentos para que,
juntos con nosotros se confundan en esta masa hermosa y patriota que
constituyen ustedes.(...) Confiemos en que los días que vengan sean de paz y de
construcción para el país. Mantengan la tranquilidad con que siempre han
esperado aún las mejoras que nunca llegaban. (...) les pido que realicen el día
de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo,
que son la esperanza más pura y más cara de la patria."
Por qué
revolucionario? Porque, fuera cual fuera el objetivo que se planteó Perón al
salir al balcón, sus palabras producen una concreción simbólica nueva para una
movilización obrera y popular: Le dicen a esos cientos de miles de hombres y
mujeres que gracias a su movilización, su unidad, su actitud, en síntesis, son
a la vez los fundantes y la única garantía de existencia para esa nueva
República que aún antes de existir los reconoce como pilar de su existencia. La
Patria son ellas y ellos, los invisibles de la historia, no las casas y los
campos, casi siempre ajenos.
Mi padre,
en el primer mensaje político que le recuerdo, reacciona al escuchar "Patron Costas" en la radio: señala
el aparato con el índice, como le señalaríamos hoy a un chico la imagen de Macri o Paolo Rocca en la
pantalla de la PC y me cuenta "ese
decía que los trabajadores tenemos que andar de alpargatas". Esa era
la Patria y la mirada que sus dueños tenían de quienes la construían: sus
trabajadoras y trabajadores, esa era la patria que Irigoyen no pudo o no supo
cambiar. Pero esa era la mirada, tras el '45, de un trabajador de Shell,
devenido en enfermero de hospital psiquiátrico, crisis post peronismo mediante.
Por qué
movilizador? Porque más allá de las frases de rigor para evitar una carnicería
inútil, sobre todo si se tiene en cuenta que el proceso electoral quedaba
abierto, Perón cierra el discurso convalidando un paro "de festejo". Encomienda así a
quienes concurrieron, la tarea de transmitir el efecto del paro a sus
compañeros de trabajo, vecinos, allegados y en ese mandato los incluye como los
organizadores de la comunidad, movilizada, que sobrevendrá. E instala una
costumbre: a cada gran transformación: Marcha – concentración - festejo y si la situación lo amerita: Paro.
Qué indica
que ese discurso produjo una concreción simbólica nueva? Sólo sus palabras? No:
es eso que Feinman introduce como "el espacio". Por sí mismas,
pronunciadas en una cena de amigos o en un encuentro de militantes, esas
palabras no hubieran alcanzado más valor que el de una pieza de oratoria memorable,
de poética política. Pero dichas desde
el vértice del poder político, la Rosada, en respuesta a una movilización
inédita y dando la cara a quinientos mil compatriotas a quienes se dirige como
"hermanos", esas palabras producen un nudo que hasta hoy no ha podido
destruir la oligarquía: el pueblo movilizado es instalado como principal actor
y garante de una Patria para todas y todos.
Y con esto, un rasgo que distinguió al peronismo de la mayoría de los
movimientos populares de la región: el eje de toda movilización es traducirse
en política de Estado. Si Perón hubiera hecho la gran Menem, este cierre
simbólico hubiera estallado por los Aires, como sucedió con grandes decepciones
en nuestro país.
Pero el
período 45/55 confirmó esta máxima (de la movilización popular a la política de
Estado) que Evita sintetizara como "donde
hay una necesidad nace un derecho", de un modo que perduró en la
cultura popular hasta nuestros días a pesar que en 62 años no hubo más de una
década y media de gobiernos que podríamos considerar propios.
Feinmann
apela a la experiencia de Alende en Chile para revisar parte de nuestra
historia. Seamos más exigentes. Tomemos un proceso triunfante para poner la
vara más alta.
¿Que no
alcanzamos las transformaciones que, por ejemplo, lograran Fidel y el pueblo
cubano? Tampoco la oligarquía azucarero/ prostibularia cubana alcanzó nunca el
desarrollo, poder y riqueza de nuestra oligarquía diversificada. Cada país
tiene un curso de transformación posible y cada batalla lo va resolviendo de
algún modo.
No
llegamos a la Argentina de " la
tierra para quien la trabaja", pero sí estamos en presencia de un
pueblo que una oligarquía alineada a los poderes mundiales no logra someter a
la mendicidad para gozar de una grandeza que desde Rivadavia, Sarmiento o Roca
cree merecer.
No pudimos
evitar el genocidio, pero de ese proceso que para muchos pueblos significó el
aplastamiento por medio siglo o más, salimos decididos a recuperar pibes
robados condenar genocidas, repudiar prebendas de parte del poder político (y
aun hoy lo hacemos).
Y salimos de una derrota obrera y popular como
la de ese genocidio disputándole a conversos
y burócratas las conducciones sindicales, condicionándolos en sus negocios con
el poder político.
Nuestros
pibes no juran en sus escuelas que serán "como el Che", pero Cuba es una luz aún hoy para multitudes de
argentinos, nuestra militancia se nutre de miles de pibes, de movilización en
movilización. Y no es menor que Perón en sus idas y vueltas jamás haya
pronunciado una palabra de condena hacia el Che, Fidel o el pueblo cubano.
Vuelvo a
la cuasi robótica interpretación que Feinman hace de "de
casa al trabajo y del trabajo a casa". Cierto es que nuestro pueblo
suele tomarse un tiempo que, para quien no reconoce sus coordenadas, parece
demasiado extenso a veces. Cierto también que cuando ese tiempo se acaba,
nuestra gente se moviliza reviviendo trazas de aquel 17. Un 17 de octubre que,
bien miradas las cosas, el peronismo supo alinear con el mítico "el pueblo quiere saber de qué se trata"
de 1810, resignificándolo en nuestras subjetividades hasta nuestros días.
Hay que
llegar al párrafo final del texto de Feinman ya que allí despliega las
coordenadas que encadenan cada concepto: Individuo, grupo, espacio. Cuesta pensar cómo Feinmann pudo presentar de
un modo tan crudo esa falsa ecuación.
El
individuo o, mejor dicho, las subjetividades individuales, se construyen en el
magma de las subjetividades colectivas. En y de ese magma recogen los
componentes que les permiten materializar su existencia individual, grupal y
colectiva, sea para prosperar, para autodestruirse, disfrutar, o llevar una
vida de sufrimiento, o sentirse parte de una comunidad o/y todo eso junto.
Cuando
cientos de miles van al Congreso o Plaza de Mayo, a veces para festejar, a
veces para convalidar con su presencia la recuperación de YPF o los Espacios de
memoria, a veces para manifestar su enojo aún sabiendo que serán apaleados, denostados
y encarcelados sin obtener que reclaman, como el día que se terminó votando la
Ley previsional o el 30 de marzo de 1982, lo hacen porque en el magma que
alimentó su individualidad predominaron
ejes discursivos y políticos tales como "el pueblo...", "Únanse...",
“Seamos libres…”, Incluso queda el residuo de relatos familiares dichos a media
voz, sea sobre sobre paraísos perdidos o sobre odios inexplicables, como el de
mi abuela materna, la más oscura de una familia muy gringa, que llamaba a los
peronistas "esos negros" y
a Perón "tirano prófugo".
Nos dice
Feinmann "al neoliberalismo (...) no
le importa lo micro. Incluso lo despoja para sostener los números de la balanza
de pagos. De aquí que se le quite dinero hasta los más débiles, los jubilados,
los niños".
Todo lo
contrario. La disputa hegemónica es, trasladada a lo individual y grupal, la
disputa sobre cuáles subjetividades promover y cuáles subjetividades
desalentar. El débil que, unido a otros, es pilar de la democracia, el joven
que abraza la causa de su pueblo, el viejo que lucha por lo que le pertenece
porque se siente hacedor de esa conquista, el ciudadano con derecho y necesidad
de definir el futuro y el presente de nuestro país, El y La que se movilizan
por una causa colectiva son algunas de
las subjetividades que Cambiemos se propone destruir.
No se
trata sólo de quién se queda con la riqueza sino de cómo evitar que las
mayorías, a través de estas subjetividades surgidas junto al Estado populista,
sigan disputando el lugar que conquistaron en esa emergencia. Es allí donde se
genera la base de toda libertad aunque
Feinmann la pierda de vista: Un
colectivo capaz de transformar el mundo a su necesidad, diversidad y semejanza,
capaz de crear subjetividades que se reconozcan con propiedad de hacerlo, eso
es la base y a la vez la realización de la libertad.
Esto
cuestiona también otro componente de la ecuación feinmaniana: El grupo.
Tanto el
inconsciente freudiano como la conciencia social no se constituyen en lo
grupal, sino en el encuentro o choque de esas grupalidades con lo
comunitario.
El
"espacio" público puede ser, momentáneamente, ocupado sólo por grupos
en apariencia aislados, como Madres y Abuelas en la dictadura. Pero esto fue
posible ( esto discutible, tanto como afirmar lo contrario, pero la historia lo
sostuvo) porque en la multitud, silenciosa, golpeada y devastada, de los días
del genocidio, el exterminio de madres o abuelas hubiera sido el límite de lo
soportable.
El hogar
de cada uno, de cada familia, el barrio puertas adentro, puede ser espacio para
la multitud cuando de lamerse las heridas
y recuperar fuerzas se trata. Pero que en esa multitud aún sobrevivan
referencias, símbolos y actitudes de rebeldía es lo que hace posible que el
"grupo" cumpla una tarea
progresiva que prospere.
El pueblo en la calle, la dignidad de ser lo
que se es, la mirada puesta en el Estado, el hombre gris de Scalabrini que sale
de su soledad para enlazarse a lo que hasta ese momento no existía, la
comunidad en que me reconozco, esa es la geografía política que construyó el
peronismo y que el neoliberalismo trata de destruir hace siete décadas.
Nada más apropiado, desafiante y
constructivo de una individualidad que valga la pena, que reconstruir a cada
momento, desde nuestros mejores cimientos esa geografía e impedir la destrucción
que hoy encarna Cambiemos.
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