viernes, 4 de septiembre de 2020

LAS PANDEMIAS LAS RESUELVE (O NO) LA POLÍTICA



Como ya lo verificamos en las actividades de prevención de otra pandemia, la infeccion por vih sida, la respuesta social a una amenaza que no se puede resolver no es la prevención sino la negación. Lo natural en las y los humanos no es actuar de modo preventivo sino de acuerdo a cada momento y al interés en juego.

Hay miles, millones de cuestiones que resolver para garantizar la subsistencia propia y la de nuestras familias, cantidad de problemas, etc. En ese marco, una amenaza biológica es "solo" una parte de nuestros problemas cotidianos.

Ejemplo,año 2000: Municipio de Provincia de Buenos Aires. En el marco de un programa de promoción de del test, una persona había recibido por error un diagnóstico positivo al vih. Eso incluso derivó en ruptura de su pareja, violencia, etc. También hizo posible que recibiera algún apoyo, por ejemplo un bolsón con leche, alimentos frescos, aceite y harina para ella, sus hijas e hijos. La convocamos a la consejería para informarle que su serología era negativa, es decir no estaba infectada por vih. La expectativa era que esa información la aliviara. Estamos hablando de una época en que aún el vih sida estaba asociado en el imaginario social a una muerte segura.

La señora escuchó atentamente el informe que se le dio con el pedido de disculpas del caso y contestó: ¿Y ahora cómo voy a conseguir leche y alimentos para los chicos?

En ese momento, en la situación en que esta persona se encontraba, saberse sana le apareció como un problema, EL PROBLEMA, ya que le quitaba el acceso a recursos para sus hijos.
Ese es el problema para quien actúa frente a una pandemia. El riesgo se transita no sólo condicionado por el conocimiento sino también por momentos.
Lo que en un momento se impone a mi atención y cuidado con mucha claridad en otros es desplazado por otras prioridades, lo que necesito, lo que deseo, lo que estoy habituado a hacer, lo que me identifica, lo que me resulta posible: allí es donde se potencia o no la posibilidad de contagio.
Hasta aquí llega mi cercanía con el texto Coronavirus: ¿Por qué fracasan todas las estrategias para frenar los contagios?, que publica Página 12 este 2 de setiembre, a propósito de un hilo que publica Daniel Fierstein en su tweeter.
El autor acierta en que la respuesta (necesaria) a una pandemia no es médica, pero emprende un camino igualmente monotemático cuando responde que la respuesta es sociológica y amplía que el miedo puede ser un camino para reducir los contagios.
El miedo no es la vía para resolver los obstáculos a la prevención de una enfermedad. Al contrario, es el temor a algo que no se puede resolver el que dispara la negación, el obstruye una respuesta preventiva.
Si mis mensajes e intentos preventivos apuntaran a aumentar el temor, tendrían un efecto de sumatoria de rechazo, formación reactiva es el termino que corresponde, o de más negación.
Vale otro ejemplo bien estudiado en EEUU: el cartelito del Ministerio de salud que traen los paquetes de cigarrillos con fotos de sarcoma y otras patologías posibles de adquirir por fumar. Lejos de provocar miedo en quien fuma, ese agregado tiende a ser absorbido mayoritariamente como un mensaje de la autoridad sanitaria, pero despojado de su contenido ("Oh! El paquete trae un mensaje del ministerio de salud"). Resultado: "si hay un mensaje del Ministerio estoy protegido, no tengo que preocuparme. Fumo tranquilo".
Basta con estos ejemplos para comprender que las conductas humanas ante el riesgo no necesariamente responden a la lógica formal sino a la del deseo.
Así que la solución no es promover "el cagazo", como se cita a propósito de la parcial reducción de casos en Europa, por dos motivos.
Uno, porque la promoción del miedo refuerza negacion y promueve otros mecanismos de defensa.
Otro: porque los profesionales no tenemos ningún derecho a usar el conocimiento que nos habilitó la sociedad para asustarla usando nuestras herramientas profesionales.
¿Entonces? ¿No hay solución?
Sí la hay y está tan cerca del ejercicio de la sociología o de la psicologia como de la epidemiología o la estadística.
Hay que dar clara explicación de la situación extrema en que estamos, no para dar miedo sino para encarar una lucha histórica por nuestro futuro, nuestra cultura, nuestra identidad colectiva y singular que se verían arrasadas por décadas si la pandemia sigue el curso actual.
¿Alguien imagina cómo se vería afectada la identidad de las próximas generaciones tras una mortandad que pudo evitarse y que produjo un número de fallecidos mayor que la suma de todas nuestra guerras externas? ¿Qué efectos devastadores tendría en nuestra salud mental saber que hemos dejado que mueran decenas de miles de personas por priorizar after offices, take away, runner y el montón de divertimentos que se pusieron al mismo nivel que la vida de nuestros viejos, nuestras amigas y amigos, nuestros hijos, de quienes nos cuidan, de quienes producen lo que comemos, lo que nos cura, lo que nos abriga?
Hablo de promover una épica del cuidado, no sólo por el interés singular sino por el trozo de sobreviencia humana que se juega hoy y acá en Argentina, para restaurar restricciones hasta bajar los contagios a un nivel relativamente controlable, lejos de los valores actuales, en el punto en que estemos seguros de no volver a ascender hacia la enfermedad y la muerte. Y proveer el recurso necesario para.sobrellevarla: alimentos, medicamentos, energía, sanidad, seguridad. Con eso funciona lavarse las manos, el metro y medio, barbijo. Sin eso, muy poco.
Esa solución es POLÍTICA y es a las autoridades nacionales que les cabe la responsabilidad de tomarla en sus manos. Nuestra labor es aportar conocimiento y fundamento para ella, para nuestros compatriotas, desplegar estos debates y conclusiones. Nada menos y nada más más