La primer referencia a tener respecto a Di Paola,
lo que lo distingue, es su pertenencia a "curas villeros", justo en
un país con mayoría clerical de derecha, vocera de los ricos.
Desde esta mirada, considero que Di Paola conoce y
valora la cultura de nuestros pobres y sabe que la ecuación madre soltera
= aborto, así como la ecuación madre soltera = condena social y familiar, no es
predominante en las barriadas que Di Paola y yo hemos conocido. Él por su labor solidaria, yo por mi actividad profesional, por
décadas.Sin embargo, en su intervención en el Senado manifestó “Si hay
aborto, no hay Navidad en Argentina, no festejemos nada. La verdad es que el
niño Jesús no hubiese nacido”
Jesús de Laferrere, alto aporte social de
Saborido/Capusotto es la versión que veo
más cercana al relato de la navidad de hace 2020 años.
El niño arropado sobre en una llanta, en una
cuna improvisada en una gomería, único lugar que es posible ver abierto a
esas horas en el conurbano profundo. Tal como un pesebre podía albergar un
nacimiento en la mayor pobreza en Nazaret.
Hoy como en aquellos tiempos el pobrerío valora un
nacimiento, lo rodea con lo que tiene a mano, sean los desarrapados de La
Matanza que buscan al niño en un 4L, sean Los Reyes que no lo eran más que en
la leyenda. Si el embarazo era querido de alguna mano solidaria salía lo
necesario. Como hoy.
No es la legalidad del aborto la que define el nacimiento sino el deseo y su inscripción cultural e individual. Un embarazo querido puede ser el único motivo de felicidad en algunas vidas. Así como un embarazo no querido puede ser un motivo de sufrimiento, desazón, en una mujer embarazada y de otro lado una vida que resultará surcada por el hecho de no haber sido deseado, un sujeto del rechazo en el caso de que el embarazo termine en un nacimiento forzado. Forzado por la familia, por presión cultural, cuando no por los operativos "religiosos" que caen sobre la mujer o la niña, apelando a la amenaza combinada con la promesa de un mejor pasar con tal imponer aquello de "las dos vidas". (*)
Así que la metáfora que juega Di Paola buscando que el mundo cristiano vea como una amenaza a Cristo mismo a quienes promovemos la interrupción voluntaria de embarazo legal, segura y gratuita, es sólo una falsa construcción. Justamente un cristiano, para colmo sacerdote, no puede tener la menor duda respecto a que en el relato de navidad Cristo era un hijo querido por María, quien se arriesgaba al repudio de su esposo y su gente con tal de parirlo y criarlo para aquello que su deseo establecía: que fuera un referente de su pueblo, de los humildes, que cuestionara las imposiciones absurdas, que promoviera un mundo mejor, más benigno con los más postergados.
Así que aún si el aborto hubiera sido pauta cultural en aquellos tiempos, nada hubiera cambiado para respecto a ese nacimiento: María lo deseaba, Pedro sacrificaba sus dudas al servicio de su gestación, nada hubiera dirigido sus miradas hacia un aborto.
Lamentablemente la amenaza de Di Paola de un Cristo que no nace y las amenazas de la senadora Tapia en plena sesión parlamentaria tienen una misma fuente. Caídos sus argumentos, habilitado el camino para que el nuevo derecho se haga ley, ambos buscan material en rincones siniestros de la teología católica para que el miedo nos aleje de la IVE so pena de provocar las iras del Dios de Viejo testamento.
(*) Lo de las "dos vidas" merece una revisión. Una mujer que gesta no es "una vida" en abstracto, es una mujer, un ser humano, una persona, una ciudadana, sujeto de derecho. En su pretensión de plantar dos humanidades donde hay sólo una que es quien debe decidir, los antiIVE reducen a la mujer gestante a ser sólo "una vida", sin derechos, recipiente y alimento de otra vida que sí es en ese momento "una vida" y sólo podrá ser humana si el vínculo, una vez nacida la integra a la convivencia familiar y social en su comunidad.
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