viernes, 29 de abril de 2016

1 de mayo anticipado: cómo estamos hoy

Las últimas dos semanas han llevado al centro de la institucionalidad política los rechazos temores y de buena parte de nuestra sociedad ante los efectos regresivos del proyecto macrista.
La decisión de la mayoritaria de la oposición en diputados para impulsar un ley de suspensión de los despidos, el despacho de un proyecto más lavado, pero con voto opositor casi unánime en el senado.  La primera movilización que reunirá a todo el sindicalismo en décadas,  justo en un acto de primero de mayo y con señales claras de confrontación si el gobierno no retrocede en su ofensiva  contra conquistas históricas y de los últimos doce años. Las incipientes divisiones que surgen en sectores políticos que en los primeros meses actuaban casi como voceros y defensores del nuevo gobierno.


¿Fueron los Panamá papers? Hasta la prensa menos adicta al gobierno va reduciendo espacios para este tema que supo cobrarse ministros en otros países y acá aún no supera el chismorreo. Sea porque la disputa de espacios entre Clarín y las bondades de Macri con Turner se se está resolviendo en un reparto más o menos salomónico, sea por instinto de preservación entre culpables, el caso es que al reducirse el fuego amigo y multiplicarse los involucrados, la noticia languidece a la espera de reacciones sociales que por ahora no se producen.
¿Fue por la cadena de complicidades narco-ocupas de lujo- gubernamentales  que llevaron a la muerte de los pibes en  la rave de Costa Salguero?  Con el correr de los días el tema se va diluyendo en culpables que se victimizan, búsqueda de culpables abstractos que reemplacen a los conocidos y concretos que aloja el gobierno porteño. Hasta Rodríguez Larreta se permite desaparecer por semanas y de ese modo alejarse de un posible síndrome de Cromañón más cercano a sus temores que a la posibilidad real.
¿Serán los despidos, la inflación, los tarifazos, la rendición ante los buitres, la instalación del Departamento de Estado en la Cancillería, el FMI en el Banco Central, el fundamentalismo de recambio en el Nación?
Todo suma, pero a pesar de frustraciones, postergaciones, promesas incumplidas, maltratos y pérdidas, pocos reaccionan hoy de manera impensada, sin medir sus posibilidades de disputa, sus posibilidades de sumar adhesiones, de concretar salidas a una situación que hace apenas unos días parecía incontrolable. Ni los más perjudicados, ni los que temen ser nuevas víctimas saqueo, ni los confundidos por la revolución de la alegría, mucho menos los conformistas o los oportunistas. La nuestra es una sociedad politizada, nuestro pueblo ha experimentado las suficientes derrotas y también los excepcionales tiempos de victoria como para intuir que lo perdido se recupera con mucho sacrificio y unidad, que lo ganado puede perderse en cualquier momento, que nada resulta más costoso que confrontar desde la dispersión.
Entonces: ¿Qué cambió en esta coyuntura para activar divisiones en el bloque político de Cambiemos, mover a la protesta a sectores que participaron de su campaña electoral, vivaron su triunfo y justificaron sus primeras medidas?  ¿Qué cambió para que la pasividad o confusión entre funcionarios y referentes  kirchneristas vayan dando paso  actitudes proactivas, que el resentimiento vaya siendo sustituido por la búsqueda de consensos y propuestas que recalen nuevamente en nuestro pueblo?¿Qué nos trajo a este momento, a estar a horas de una concentración seguramente multitudinaria y con posibilidades de superar las expectativas más optimistas, tanto en número como en reclamos?
Dos eventos.
Uno: la multitud, las multitudes, que el 24 de mayo dieron cuenta en Plaza de mayo y en muchas plazas provinciales que memoria, verdad y justicia están en la conciencia y el sentimiento de nuestra sociedad a pesar del triunfo neoliberal de octubre.
Otro: el raid que inició el 13 de abril Cristina en Comodoro Py que, aún con claroscuros, tuvo un efecto social e institucional tan  revelador como dinamizador.
Desde un Bonadío que casi jugó de visitante en el escenario que tanto preparó para un nuevo abuso "judicial" hasta el acto masivo y las movidas de militantes pero tambien de empleados, en repudio al juez dentro de los  mismos tribunales. Desde el "deciamos ayer" que instaló Cristina al comenzar su discurso hasta la virtual cadena nacional que la puso a la vista y oídos de toda poblacion, todo concurrió a desnudar la vulnerabilidad politica de un gobierno que cuenta con un fabuloso poder económico,  mediático e imperialista pero no tiene comprado el mismo respaldo social ni está asegurado contra las disputas de intereses de los propios, que pujan por hacer su exclusivo y excluyente negocio corporativo.
Y junto a este efecto revelador de la verdadera envergadura de quienes gobiernan, otro efecto revelador y dinamizador: Cristina es la única referente que puede provocar esa situación. Es la única no sólo por su trayectoria  política y su capacidad discursiva sino por algo más elemental y trascendente: Cristina, en el llano y ante un gobierno antagónico es la única líder política de la Argentina. Sólo ella puede juntar en su presencia y actitud lo que se jugara el 24 de marzo y la necesidad de retorno a un gobierno popular. Los tibios aumentaron la temperatura de sus diferencias con el gobierno, los pasivos se movillizaron, todos cobraron noción que, con Cristina en movimiento, quien no actura quedaría opacado.
Los porqués de este liderazgo incontrastable pueden ser pasto de debate y opiniones diversas. Lo que no se puede ignorar al respecto es que no hay ni entre nuestras filas ni en ningún sector de la dirigencia política alguien con su protagonismo en las conquistas logradas hasta 2015, alguien que resuma en sí mismo los logros y adversidades de los '70, la resistencia al neoliberalismo, el renacer del peronismo, la construcción del gobierno popular.
De esta épica,  de la construcción colectiva, el reconocimiento social, la recreación de una identidad, del rescate de un cultura, de esto se nutren los liderazgos cuando una parte importante de la sociedad los convalida.
En los últimos tiempos ha sucedido también un afecto dispersivo entre algunos referentes. Intentos autocríticos que al buscar explicación para la derrota electoral, trazan escenarios imaginarios, sin referencias colectivas, donde la creación política quedaría librada a lo individual o a colectivos parciales sin importar cuál es su vinculo real con el pueblo, cuál es el reconocimiento que nuestra gente les dispensa. Algunos compañeros suponen que las urgencias del pueblo tienen que ver sólo con sus padecimientos, olvidando que venimos de doce años de gobierno popular y que en la conciencia de cada habitante de este país está presente esa referencia, ya sea que esté a favor o en contra. La militancia, los referentes, las estructuras están para más que para sufirir los padecimientos de nuestra gente, se espera que sean vehículo para volver a gobernar a la vez que para impedir que el gobierno actual siga accionando contra los intereses populares. Suponer que vamos a recuperar las conquistas avasalladas sin gobernar, sin recuperar la estructura del Estado es mera ciencia ficción condenada a no tener el acompañamiento de las mayorías.
Nada más cercano a los errores que nos llevaron a la derrota que desperdiciar el capital político que nos permitiera ganar el gobierno y transformar el país durante doce años.
Suponer que será posible volver sin Cristina sería tan descaminado como rehuir a las responsabilidades que cada sector y cada militante tiene en la construcción de ese camino. Son papeles diversos, pero así como el 24  de marzo puntualizó con quienes contamos para retomar la senda, el 13 de abril mostró en quién puede referenciarse ese proceso. Una militancia, estructuras y referentes que buscan encontrarse tras la derrota, una conducción que debe asimilarse al llano para recuperar lo mejor de cada sector y potenciarlo a la victoria. En el encuentro de ambos factores está la posibilidad de lograrla.
Hoy, 29 de abril camino el primero de mayo, podemos sumar un nuevo paso: avanzar hacia la recuperación del movimiento obrero .
El desafío será que nadie se sienta más importante que el conjunto.