En estos días de desanimación interna y triunfos electorales, vale la pena ver y acoplarse al festejo de los trabajadores por producir la última soldadura del gasoducto Néstor Kirchner.
No es sólo este grupo: son millones de trabajadoras y trabajadores , de productores, que retomaron con nuestro gobierno la esencial práctica de construir su vida y nuestra Patria. Y que aún acuciados por problemas no resueltos y la precariedad que instalaran los cuatro años macristas, emprenden cada día sin ceder esperanzas.
Sería excelente que todos nuestros mensajes y spots comenzarán siempre con este festejo y el reconocimiento de que sólo pudo ser posible con nuestro gobierno. Se reforzaría si en vez de mal elegir a nuestro gobierno como adversario se lo reconociera como el que lo hizo posible.
No ocultar las pifiadas, nuestra gente no es estúpida, pero ubicarlas en relación a este gran giro que se produjo con el triunfo en 2019.
Lo que viene pasando en los comicios transparenta ánimos y percepciones: las y los ganadores no siempre son perfectos, pero aún así hacen diferencia con respecto a los años en que el macrismo restaba fondos a las provincias, excepción hecha de sus aliados.
No se puede hacer política popular sin referencia de pueblo y eligiendo el vaso medio vacío. Ningún pueblo se identifica de modo sostenido con víctimas ni con pesimismos: o sus referencias se acoplan a su modo de encarar las cosas o buscan otra referencia, aunque vaya su contra.
