viernes, 26 de julio de 2019

EVITA SIEMPRE

Fotos borrosas, paisajes de gris,
charcos en las calles, multitudes en silencio.
Varones llorando en un tiempo que no.
Nuestra casa sombría  en los aniversarios,
la imagen de Evita junto a una vela encendida
Eternas,
la vela, la imagen, duplicadas en el espejo
Claridad de referencia en el comedor a oscuras.
Su voz áspera en tiempos de dulzuras impuestas,
Su voz que se endulzaba al decir “cabecitas",
Su rabia explotando al sonar de “oligarquía”.
La vela, la imagen, la radio apagada,
Mi viejo silencioso, el barrio entero en silencio.
Jirones.
De mis días de catecismo, de misas, procesiones,
guardo el agrio de las velas apagadas,
el olor a encierro, ropa usada, moho
y el eco del “amén” en las voces que aún hoy distingo,
entre las paredes de la iglesia San José.
Jirones, llanto en los rincones, bronca.
Años de silencio, de miradas perdidas,
de vidas arrancadas, de sangre,
de momentos, efímeros,
en que los días felices asoman y se pierden
Entre vidas arrancadas, más sangre y odio.
Y otra vez los jirones son memoria,
cumplen tu promesa y tu esperanza:
desde lugares de todos y de nadie, desde las sombras,
desde allí donde se sufre, se ama, se trabaja,
Desde esas calles que nunca nos quitaron del todo,
vuelve tu nombre entre el ruido y el tumulto,
EVITA vuelve a ser bandera buscando la Victoria.
Mario Burgos

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