De golpe aparecen algunos bienintencionados que sospechan que tal vez no estamos explicando bastante lo que hacemos o creeen que tal vez los cacerolazos indican que la gente se nos va yendo o cosas por el estilo. No.
La mejor comunicadora y conductora que tiene el kirchnerismo, la presidenta Cristina Fernández, fue el blanco de las operaciones convergentes "miedo" - tapa de "Noticias" - cacerolazos. Cristina explica bien, decide mejor, pero y justamente por eso, el multimedios, la derecha "espiritual" y los rezagos del grupo A fogonearon toda esa movida en su contra.Por supuesto que quienes avanzamos con el proyecto popular siempre tenemos que comunicar y decidir con claridad, Pero agarrar por este lado para analizar los cacerolazos no parece pertinente.
Los cacerolazos tuvieron, por fuera de los medios dominantes y sus voceros, un acompañamiento casi nulo. Se podrà decir, "bueno, se mostraron cosas tan graves que muchos opositores se cuidaron de quedar pegados".
Pero no es sòlo eso: no hubo en la sociedad conductas y mensajes concomitantes con lo que los cacerolazos representaron, salvo repeticiones cínicas de Macri de aquello que el Sri Sri y Durán Barba le indicaron decir. No temer, amar, ser humilde, es decir, la antítesis de lo más ruidoso del ceceroleo y de su actuación.
Del mismo modo, aunque siempre es conveniente pulsar el ánimo social, los deslizamientos polìticos e ideológicos, tampoco parece que este sea el plano prioritario para analizar los cacerolazos. Menos tomarlos como un marcador de tendencias.
Que haya, si lo hay, algún kirchnerista que dejó de serlo no quiere decir que no haya un antik que tras los mensajes del odio prefiera recostarse del lado K para no convertirse en un energúmeno. Ni lo uno ni lo otro indican tendencias en la sociedad aunque toda la baterìa mediática apunta justamente a eso: como denunciara Federico Lupi en memorable mensaje de intelectuales y artistas en España "lo que no sucedió se inventa y lo que sucedió se oculta". En los medios argentinos también. Hablan en nombre de "la gente", reclaman que se escuche a "la gente" como si toda la ciudadanía no se hubiera pronunciado en las urnas hace menos de un año por dos veces consecutivas. Hay un núcleo duro antiperonista, al que se suman algunos afectados concretos. Por ejemplo, si alguien compró un paquete turístico hace 8 meses, ahora que va a viajar sabe que le van a cargar el 15% sobre tarjetas y se le va a hacer difìcil mover dólares. O el tipo se la aguanta porque es compañero o se va a calentar.
Pero el control de cambios es una de las garantías principales de inclusión y de protección al ingreso de la mayoría de los argentinos, los que laburamos, operamos, hablamos, pensamos y cobramos en pesos. Como bien aportaba ayer un periodista de Radio Universidad de Córdoba, Amadeo Sabattini, "tratan de llevarnos a una puja entre igualdad y libertad apelando al puro interés individual", el hacer lo que se me ocurra más allá de las consecuencias colectivas. La fraternidad, el crecimiento colectivo, nuestra caractérística solidaridad pasarían al balance como valores autoritarios. Ese sería el centro del debate si algún referente de la derecha se animara a decirlo abiertamente. Por ahora sólo irrumpe en procacidades caceroleras.
Cristina ya dio cátedra de crisis mundial más veces que las que cualquiera de aquellos afectados por las medidas anticrisis está dispuesto a aceptar. Pero está bien que Cristina insista, no por ese núcleo duro sino por quienes se vinculan con él por entramados de familiaridad, afectos, formas culturales, esos que a cada sacudida de alfombra entran en la duda.
Entre aquellos reales afectados, la mayoría protestará en el marco de sus casas o las de sus allegados. Anticuerpos al autoritarismo que por suerte sobreviven.
Otros, aquellos que creen que las sobreganancias o divisas las pudieron atesorar gracias a su viveza y no gracias al esfuerzo general y a las políticas de este gobierno, muestran otras actitudes. Algunos fueron a descargar su furia el jueves, algunos están ocupados juntando más. En tanto, los más beneficiados espían cómo otros hacen el trabajo sucio por ellos y siguen contando ganancias.
El mensaje es hacer, avanzar, seguir promoviendo producción, empleo, distribución, inclusión, soberanía. Democracia, que es la primer marca de estos cacerolazos: suceden en primer lugar porque impera como nunca el derecho de todos y de cualquiera a pronunciarse en favor de lo que cuadre.
Si alguien sigue en contra de cristina, del gobierno, del kirchnerismo, será porque le parece así y está en su derecho. Como nosotros a mantener nuestra identidad, convicciones y discurso. Porque es eso que nos diferencia de todas las oposiciones a los ojos de la gran mayoría de los argentinos: los que no comen vidrio.
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