Impresiona la violencia y
dificultad con que encararon las preguntas ala presidenta la mayoría de los pibes argentinos
en Harvard.
Hemos sido pibes y hemos vivido a esa edad la situación de
manifestar lo que uno piensa en situaciones muy duras, caso dictadura, Isabel, la restauración menemista .
Una asamblea en la calle con la Guardia
de infantería lustrando los palos mientras tu discurso les calienta las orejas,
el velatorio de los compañeros de Trelew en Avenida La Plata con las tanquetas
derribando paredes, las asambleas en
Filosofía y Letras frente a miles de compañeros. Aquella vez en una asamblea en
la CGT de los Argentinos que a Ongaro se le ocurrió presentar “ahora los compañeros
de Filosofía y Letras nos van a contar por qué vienen a nuestras reuniones
aunque no son peronistas. Todavía”. O el gringo Masera en acto homenaje a Sitrac
– Sitram: "ahora los compañeros de la universidad de Bs. As. expresarán su apoyo
a nuestra lucha".
No pienso en los grandes oradores, Agustín
Tosco, el Negro Arroyo del FRP, el Negro Segovia o el Cabezón Sobrero, de Villa
Constitución, Oscar Landi al romper con el PC de los ´70, Osvaldo de
Psicología o Daniel Open. Ni qué hablar de Cristina.
Hablo de los que con mucho de voluntad
y mucho de poner el cuerpo nos tirábamos a la pileta en aquellos tiempos.
O los pibes de los colegios hoy frente al Ministerio
de Educación de la Ciudad. Qué homenaje a la escuela pública son estos
oradores: "nuestra bandera tiene que ser la alegría (…) porque ¿qué puede
ser más lindo que estar todos juntos sosteniendo nuestra lucha?” (Redacto de
memoria porque aún me dura la emoción que me disparó escuchar hoy a ese pibe en la TV pública).
Esa es la cosa, habiendo convicción,
podés tartamudear, farfullar o cagarte en las patas, pero la idea no se pierde,
el concepto sale. Y si no va claro te lanzás igual, porque no sos vos el
dueño de tus palabras, sos un montón de voluntades, un montón de historias,
deseos, adhesiones, de compañeros que empujan desde dentro tuyo para que las hagas
uno en tus palabras. Cuando hay convicción ésta se manifiesta aún en el
error.
Eso es lo que faltó en los
argentinos-pibes-de-Harvard: se quedaban sin nafta en el arranque, presos de una
manipulación impropia de quien va a la supuesta meca del conocimiento, de quien
tiene el privilegio–aún hoy día lo es- entre sus pares de Argentina, de quien
cursa ciencias políticas allí. No resaltaba en estos pibes su capacidad ni su
formación, sino su falta de convicción. Con esas preguntas prefabricadas, difíciles
de recordar en su precariedad y más difíciles de plantear si estás ante alguien
con convicciones, como la presidenta de los argentinos, Cristina Fernández, una
militante del pueblo, de la soberanía, la unidad latinoamericana, los derechos
sociales y los derechos humanos.
No se puede tener animosidad con estos pibes. Sí
contra quien por vía familiar o de espacio de privilegio quiso instrumentarlos
para “desprestigiar” a una estadista sin par.
En esto no valen ingenuidades: para
quienes movían “la preguntas” no importaba ni la coherencia de las preguntas, ni
la respuesta de Cristina. Bastaba con que estos pibes salieran en la foto. El resto es
editar preguntas y respuestas, cambiar una palabra acá y otra allá, hasta
que lo que no se dijo quede como dicho y lo que se dijo desaparezca. “Los
estudiantes le han preguntado a Cristina sobre diversos temas” encabeza “La
Nación” en la web, “Revuelo en Harvard” titula la web de los dueños de Papel Prensa
y como no ven buen material en la transcripción de la conferencia, se dedican al
Foro virtual de la Universidad donde hay, dicen, 150 comentarios. En ellos “no
hay insultos pero sí grandes críticas a la presidente”, parece lamentarse el
multimedios.
La derecha pierde día a día su
capacidad de convocar a construir un mundo que valga la pena, una vida que
valga la pena vivir, valores para sostener: sólo mediante el mercantilismo más
abyecto puede convocar a las peores mentes de esta época. Su hegemonía es
residual pero aún poderosa, se sostiene en la crisis que el mismo imperio de
las finanzas genera.
La economía pone “a pobres contra miserables”, como dijo
Germán Abdala en los ´90 y en esa división se sostiene el discurso liberal allí
donde no prosperan grandes relatos. No es nuestro caso con la vigencia del peronismo,
ni el del Brasil o el Uruguay del Frente Amplio, ni el de la Bolivia
plurinacional. Frente a una cultura que se sostiene sobre décadas o siglos de
resistencia y dignidad popular el discurso de la derecha tiene la misma poca
credibilidad que estos pibes reclamando ¡en Harvard! por la falta de posibilidades
para salir del país o comprar dólares.
Algo alivia al ver a estos pibes:
parece que Harvard ya no fabrica virreyes para que vengan a nuestro país a
imponernos hacer lo que el imperio necesita. La actitud honesta del pibe de
Salta y las dificultades de los otros abre esperanzas. Tal vez ¿por qué no? Alguno
de ellos aproveche el tiempo en los EEUU para aprender lo necesario para
impulsar nuestro desarrollo soberano. Son tiempos de disputa de hegemonía y como dijera Gramsci es cuando las mejores mentes pueden ser ganadas por el pueblo. Una cultura que los reclama para arrastrarlos en su descomposición o una sociedad por construir con lo mejor que tenemos, esa es la disyuntiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario