La derecha
ha conseguido pocos pero promocionados personajes de la farándula para
reproducir sus valores e ideas. Entre algunos militantes y analistas políticos surgen algunos cuestionamientos al debate
surgido de las declaraciones e insultos al gobierno producidos por Casero,
Campanella y otros.
¿Por qué compañeras de la talla de Estela de Carlotto se ocupan entonces de sus dichos?
En
particular no me preocuparía por lo que aquellos personajes piensan si no fuera porque sus
mensajes públicos son promovidos y difundidos por la derecha en la estrategia de poner de nuevo en cuestión
la política de derechos humanos a través de personajes menos incinerados que la
Pando, Lanata, Auad, Carrió o Grondona.
Hay
compañeros que hoy dicen que si 678 no hubiera recogido esos decires y
quehaceres, si Spolski o Gvitz no necesitaran polémicas para vender sus productos, estos
decires trascenderían el brulote. O estos personajes no recrudecerían sus
barbaridades.
Ni uno ni
otro. 678, Duro de Domar, no hicieron más que analizar lo que ellos dijeron.
Les cabe aquello que dijera Pablo Picasso: "esto que muestro no o hice yo,
lo hicieron Uds".
Por eso, no
me parece pertinente ver si lo que hacen Spolski, Gvitz o sus empresas coincide o no
con lo que defienden mis compañeros y amigos. Me ubico en las coordenadas de
siempre, reafirmadas por Néstor y Cristina en estos 12 años, sobre los límites
que nos fijamos respecto a lo negociable.
Casero, que no
es un estúpido sino alguien con elaboradas opiniones opinables, afirmó
públicamente y fue reproducido por toda la corporación mediática, una serie de
clichés de la derecha. Si sus dichos suenan poco inteligentes es porque chocan
con el discurso cotidiano, eso que se fue desplegando por el esfuerzo que
hicimos todos por incorporar los horrores del genocidio al sentido común de la
sociedad. Tarea nunca terminada y siempre sujeta a ataques. Porque el genocidio
es parte de la estrategia de exclusión de siempre de la oligarquía y la condena
social de hoy puede dificultar su necesidad de implementarla mañana.
Veamos
por ejemplo la frase de Casero sobre el “rescate”
a Juan Cabandié por parte del asesino de los padres y su apropiador. Ante esos dichos no veo que haya que guardar silencio ya que el agredido por
Casero no fue, en principìo, Juan Cabandié sino las abuelas, las madres, los 30000 compañeros
secuestrados y asesinados, el pueblo resistente. También es agredida la
conquista de memoria, verdad y justicia que toda la derecha pone en cuestión una y otra vez. Por caso Pagni, Grondona, etc, reclamando amnistía
para los genocidas una vez más.
Por esto, no
podemos tomar estos debates como secundarios.
Claro que no podemos esperar que
se ocupen de ellos los miembros de nuestro gobierno, quienes seguramente están
abocados a cuestiones ligadas a su gestión.
Justamente para eso estamos quienes humildemente adherimos a esta década y dos años ganada: para disputar cada día el sentido común de la sociedad por más
solidaridad, inclusión, soberanía, memoria, verdad y justicia
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