En la Maternidad Nuestra Señora de lasMercedes, en San Miguel de Tucumán le negaron el aborto a una adolescente que
concurre embarazada por una violación.
Como si fuera poco, la denuncian y es citada por un juzgado.
Hasta aquí uno, podría suponer que se
trata de un caso, aislado y no algo habitual en Tucumán, pero por la misma nota
nos enteramos que el gobierno provincial intervino en favor de la paciente,
pero ante la negativa de los profesionales de la Maternidad a efectuar la
práctica, el mismo gobierno tuvo que hacer gestiones ante un hospital de la
Ciudad de Buenos Aires para que la práctica se realice allí.
De paso acotemos que aquellos
profesionales invocaron "objeción de conciencia" para su negativa a
realizar el aborto. Es significativo que su conciencia no objetara en cambio
llevar el caso a los tribunales y aumentar con ello los padecimentos de esta
chica que acudió a su institución en busca de ayuda.
Tras la gestión y su traslado a la
Ciudad de Buenos Aires, personal del
hospital Argerich realizó la intervención con éxito.
Uno podría suponer entonces que estos hechos sólo
suceden en Tucumán y que en el resto del país las mujeres no reciben tal
destrato de parte de personal de salud, que por ejemplo en la ciudad de Buenos
Aires se cumple con la legislación, no
solo con aquella que garantiza el aborto en caso de violación, sino la que
protege el derecho a la intimidad y confidencialidad para toda persona que
accede a un acto terapéutico.
Lamentablemente no es así: Mariana
Carbajal da a conocer también que en el Hospital Fernández tres médicas,
Buffa, Wainfield y Diedrich, maltrataron una mujer que se presentó a su
servicio con signos de una supuesta interrupción de embarazo. Las dos primeras
la amenazan y cuestionan, Buffa además la denuncia a la policía. El juzgado criminal de turno, el número 13, en la persona de su secretario
Schabas Madueño , ordena que sea apresada. Resultado: pasa 10 horas en la
comisaría 53, encerrada en una celda pequeña mientras sigue con pérdidas y los
malestares esperables. Cualquier parecido con escenas de la última dictadura
civico-militar no es casual. En otro
sentido, el juez Zelaya ordena su libertad y lo completa con el sobreseimiento
basado en que la mujer fue incriminada "por medios ilícitos ". Es
decir: el delito lo cometieron quienes la malatendieron. Claro que la mujer fue encarcelada de
inmediato y las médicas aún no fueron intimadas a pedirle disculpas.
Todo lo previo se funde en otra clara
violación del principio de confidencialidad, pero también se violó el derecho
de esta mujer, quien se presentó, con pérdidas y riesgo de vida, a ser asistida
según lo que se espera de un servicio público de salud: con idoneidad, respeto
a su intimidad, trato digno También, atento a la situación de vulnerabilidad
que vive toda persona que busca nuestra asistencia, se violó el compromiso en
que basa su confianza: nuestro compromiso de NO HACERLE DAÑO. Podemos no contar
con una terapéutica para resolver su problema de salud, pero le garantizamos,
según el juramento hipocrático que prestamos los trabajadores de salud y los servicios
que integramos, comprometiendo que ante todo no vamos a dañarla
Ese compromiso fue incumplido por
las dras. Buffa, Wainfeld y Diedrich.
A esta altura, cabe considerar que ambos casos fueron más allá de vulnerar derechos de las mujeres, replicar su padecimiento
y tener una clara connotación antiabortista: se inscriben en una práctica
corporativa que tiende a violar constantemente los derechos de las personas que
concurren a asistencia, con incremento, agregaría, acorde a la vulnerabilidad
de la persona que concurre. Práctica que afecta también a quienes abordamos la
asistencia desde otra perspectiva, ya que la actitud corporativa rompe la
confianza necesaria para todo acto terapéutico, pone en duda toda prestación en
salud.
El caso de CABA ha merecido
intervenciones a considerar. Se dice en el artículo que desde el Ministerio de Salud de la ciudad, la
ministro Reymbaud había instruido a los servicios de salud para que denuncien
casos como el que tratamos. La ilegalidad en ese caso se extendería a ese
ministerio, pero los profesionales que incumplen la ley no pueden ampararse en
ninguna obediencia debida, ya que llevamos casi 3 décadas de democracia y en
ella no hay jerarquías que puedan situarse por encima de las leyes.
Por otro lado, la titular de la
Defensoria General de la Nación, Stella
Maris Martinez, con toda premura dio a conocer el caso a la justicia en 2a.
instancia a la vez que recordó la legislación vigente al Ministerio de salud de
CABA y la dirección del hospital, pero acaba de declarar hoy en TV que lo
sucedido puede obedecer "a la ignorancia de la ley por parte de los
profesionales y al temor que tienen por estar expuestos a numerosos juicios y
cuestionamientos".
Sabemos del justo posicionamiento de la
Defensora ante estas situaciones, por lo que no quisiéramos que estas palabras
sean tomadas para justificar lo injustificable. Ningún profesional tiene
derecho a ignorar las leyes específicas a su práctica, menos aquellas que
protegen a la persona en asistencia. Cuando hay "ignorancia", ésta no
obedece al desconocimiento de la ley sino a la decisión de estar por encima de
la ley. Hace unos días, el titular de la
carrera de medicina de la Universidad de la Matanza, en ocasión de su
presentación al Foro de Salud Mental covocado por Carta Abierta en la
Biblioteca Nacional, cuestionaba "los ciudadanos acatamos la ley, los profesionales
de salud en parte la aplicamos y algunos hasta se creen con derecho a decidir
cómo la interpretan, si la aplican o no
".
Lejos de una cuestión de ignorancia, o
de temor justificado, estos casos hablan de un problema corporativo que se
justifica en la formación, se reproduce en los servicios y atraviesa a todas
las profesiones de salud y recorta al menos dos actitudes diferentes respecto
al acto sanitario: se trata de definir quién es el sujeto de la salud, si la
comunidad o los profesionales, cuál es
el derecho que impera en esta relación y, en última instancia, a quién
pertenece el cuerpo, la subjetividad, la vida de la persona que concurre o toma
contacto con un servicio de salud.
Vale la pena resaltarlo, la relación
entre la persona que busca asistencia y el equipo de salud no es una relación
simétrica. Los profesionales estamos respaldados por la institucionalidad, por
nuestra formación y por el conocimiento que se nos supone, lo poseamos o no. La
persona en asistencia en cambio concurre librada a su individualidad y
vulnerada por su padecimiento. Por eso se establece una legislación protectiva
para el llamado "paciente "
Cabe por ultimo resaltar el silencio de
los colegios y asociaciones profesionales sobre estos hechos. No digamos para
condenarlos, no hubo siquiera un llamado
de atención sobre el modo legal como deben atenderse estas situaciones.
No es con atenuantes para con lo
corporativo que van a dejar de producirse estos casos, sino con políticas
claras de parte de las autoridades de salud, que incluyan no sólo
"recordar " las legislación a los profesionales mediante actividades
periódicas obligatorias sino también incluir espacios de respaldo accesibles a
pacientes. Asimismo controlar que donde haya objetores de conciencia contra una
práctica legal las personas que concurren cuenten con uno o más profesionales
que no lo sean y que allí donde no haya posibilidad presupuestaria para ambas
alternativas se priorice al que garantizará la,prácticas que el derecho
habilita a realizar. Lo contrario no es libertad de conciencia sino impedir a
la población gozar de un derecho.
PD: la excelente foto pertenece al facebook YPY Nacional y popular
PD: la excelente foto pertenece al facebook YPY Nacional y popular
Hasta que no desmantelemos la cultura patriarcal, el negocio del aborto clandestino, hasta que no se haga cumplir la ley de Salud Sexual y Reproductiva, la de Educación Sexual Integral en todas las jurisdicciones, hasta qiue no se debata y se apruebe en el Congreso la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, seguiremos lamentándonos. Una tremenda hipocresía permite estas incalificables conductas. Una deuda de la democracia con un problema de salud y de derechos de las mujeres no puede seguir pendiente porque otros cálculos se privilegian. Políticas claras,por supuesto, movilización social, que la hay, conciencia de legisladorxs y funcionarixs. Fallos judiciales contundentes, que también los hay, como el que despejó interpretaciones acerca de la judicialización no permitida de los abortos no punibles.
ResponderEliminarPero ya, el momento es ahora: necesitamos que se le de la importancia crucial a este tema y se avance, todxs tenemos que militarlo, porque afecta a los derechos humanos de las mujeres.
Hay médicos comprometidos, como el Dr. Germán Cardoso, de Médicos por el Derecho a Decidir, hay jueces y periodistas, docentes, hasta candidatos que no temieron manifestarse al respecto, como Taiana o Filmus, y de otras fuerzas también,
Militemos fuertemente.
Coincido en todo, Daniela. hay que empujar para que no se nos vaya el 2015 sin ley de aborto legal, seguro y gratuito.
ResponderEliminarTrato, en el texto, de abrir el panorama, ya que estas prácticas no sólo se dan en casos de aborto ni sólo con mujeres, sino que abarcan a todos los sectores vulnerados -pobres, viejos, chicos, personas con padecimiento mental, gracias a que las disciplinas de la salud aún adeudan su propia revisión de los planos autoritarios que las atraviesan.