Somos gobierno
real: no hemos terminado con buena parte de los poderes corporativos ni con sus privilegios, pero
hemos ganado espacio para el pueblo en el seno del Estado, disputamos riqueza en todos los espacios posibles y las decisiones públicas las
toman aquellos a quienes votamos para tomarlas. Por eso, cualquiera de nuestros militantes puede decir "somos".
Somos presente. Hemos construido un país inclusivo,
en condiciones de desarrollarse y atender las necesidades básicas de su pueblo,
garantizar su futuro y soberanía. Hemos construido alianzas regionales y a nivel mundial que nos
fortalecen en esa perspectiva.
Somos esperanza, en todos los países del
mundo en que los pueblos transitan la resistencia al ahorque financiero y los
ajustes: “Argentina”, “Kichnerismo”, “Peronismo” son una carta de identidad, tanto
como nuestras consignas.
Somos
vigencia. Hemos promovido y aglutinado alrededor de nuestro proyecto a los mejores
cuadros políticos, científicos, culturales involucrados en un fin colectivo. La
derecha, para encontrar a uno solo referente que esté a la altura de esto tendría
que resucitar ¿a quién?
Somos
previsibilidad y coherencia. El 15, 20% que vota al FPV en las presidenciales
sin ser K nos vota porque percibe que somos hoy por hoy la garantía de un
futuro posible, “un país en Serio”, como diría Néstor.
Somos
futuro inmediato. Hemos logrado la fórmula para ganar las presidenciales con
amplio respaldo popular. En nuestro vértice contamos con una estadista con toda
la talla, tanto por su capacidad de conducción como por su compromiso
militante. Enfrente, el único candidato de neoliberal con pretensiones
presidenciales recurre a un discurso vacío para no espantar votantes y ve cómo,
provincia a provincia, sus referentes no encuentran respaldo electoral,
quedando confinado a la ciudad de Buenos Aires, como único refugio.
En la
reciente elección de la Ciudad de Buenos Aires han obtenido los dos primeros
puestos las propuestas neoliberales. Hemos identificado a la que obtuvo más
votos como el intento de restauración conservadora más respaldado por las corporaciones
y el poder financiero internacional. Hemos identificado a la segunda también
como propuesta neoliberal y ese ha sido un eje central de nuestra campaña. Correcto
o no, ese eje fue confirmado por Lousteau en su discurso de saludo a los
votantes: a pesar de conocerse los actos de corrupción de sus principales operadores
en la UBA, se dio el lujo de condenar corrupciones anónimas, victimizarse por
una campaña “sucia” en su contra. Lejos de dirigir su mirada y extender su mano
hacia las fuerzas cuyos votos necesitaría para competir en el ballotage, no se diferenció del PRO más que en su retórico
deseo de gobernar la Ciudad en lugar de ellos.
¿Entonces?
¿Qué hacer? Sencillamente reconocer que en la elección capitalina no hemos
ganado y militar lo que viene para ganar en el resto del país, ganar en las nacionales
en octubre y hacer lo posible para que en los cuatro años venideros la mayoría
de los porteños nos eleve al ejecutivo de su gobierno como lo viene haciendo la
mayoría en nuestro país.
Se dice,
para fundamentar el apoyo a una de las fórmulas en el ballotage, que la derrota
de la otra “beneficiaría nuestra disputa en lo nacional, mostraría una derrota
de Macri en su bastión”, etc., etc.
Descartemos que Lousteau, si se presenta, tenga alguna posibilidad de ganar: buena parte de nuestros votantes han
votado con suficiente conciencia y repudio al noliberalismo y en apoyo a
nuestras caracterizaciones. Así que no van a volcar ahora su voto en contra de
lo que ayer dijimos.
¿Que otras y otros habrán de votar a
Lousteau por rechazo a Larreta? Están en su derecho, pero no seamos los militantes
del FPV quienes promovamos al otro punto de apoyo de Macri.
Quién ganará el ballotage en CABA no es la
cuestión: hace años que venimos ganando en el país sin triunfar en las locales de Ciudad de
Buenos Aires.
La principal cuestión es que si abandonamos
vigencia, previsibilidad, coherencia, capacidad de gobierno, garantía de futuro
para prohijar a este Cobos versión devaluada
le estaremos entregando un triunfo al neoliberalismo: volveremos a divorciar a
la política y el pueblo.
lustó no se si tiene tanto armado, el prrrro, sí lo tiene, seguirá privatizando a diestra y siniestra, continuando con sus falsos maceteros llamados contenedores pluviales para gaparle mas al contratista ...
ResponderEliminarcreo que votar al nuevo escracho es mejor que permitir la continuidad de lo anterior y asestarle un buen fault a los amarillentos no me parece nada malo.
y Boot hace un buen análisis de la diferencia : http://desdegambier.blogspot.com.ar/2015/07/el-post-hoy-lo-hace-teodoro-boot-se.html
no acuerdo, pero gracias por hacerme conocer otras posiciones. Mi comentario al texto que propones está en el blog que menciionaste
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