Grecia se enfrenta a un futuro
delineado por los poderes mundiales y uno no puede menos que remitirse a
la propia historia.
Al día siguiente del triunfo de Tsiriza en el
plebiscito (*) necesité, como muchos, celebrarlo como un triunfo propio.
Vi
necesario, también, preguntarme por el motivo real de esa compulsa.
Arriesgaba, arriesgo hoy, que si se gana una elección con una propuesta,
cuando se llega al gobierno lo que cabe es llevarla a cabo, no sembrar
la duda consultando si se hace o no se hace.
Buscando el porqué del
plebiscito, suponía, habida cuenta de la información de algunos
analistas, que su objetivo podía ser el de encontrar unidad en una
coalición que entraba en contradición y/o generar un pronunciamiento
popular contundente contra presiones poderosas (la troika, el frente
financiero interno, etc.).
Hubo amigos que desde Europa me llamaron la
atención sobre lo aventurado de mi suposicion respecto a divisiones
internas en la coalición gobernante en Grecia.
Lo vi razonable: conozco
más sobre la historia griega en el siglo XX que sobre su realidad
actual, vivo casi en el otro extremo del mundo.
Además, la experiencia
de la Alianza con los apretes del FMI sigue resonando en cualquier
argentino a catorce años de el helicóptero, los asesinados, las
asambleas, el trueque y el default.
Así que elegí remitirme sólo al tema
conceptual (¿cuándo se convoca a un plebiscito?) y dejarme llevar por
la necesidad de encontrar en otro continente una avanzada de la gesta
que venimos sosteniendo en el nuestro hace más o menos una década y
media. De todos modos, la historia de nuestros conflictos, sacrificio y
resistencia se actualizó ante los sucesos griegos.
Hubo luego una
negociación y una decisión griega que, a la vista de nuestra
experiencia, promete ajuste, exclusión, retraso productivo y mayor
pérdida de soberanía. Hubo rechazo total de referentes y hasta ayer mismo funcionarios, como es el caso de Varoufalis
También desde nuestra experiencia se puede decir
que el aprete de la troika se realiza con la mirada fijada más allá de Grecia:
tiene un ojo dirigido al futuro de España, otro ojo hacia su propio
poder y la conveniencia de reafirmarlo sin ambages.
Ignoro ahora, ya
que mi conocimiento de la actualidad griega no ha dado un salto de
calidad, si lo que ha sucedido en esta negociacion Grecia/ troika tiene,
desde la óptica del gobierno griego, explicación en alguna compleja
movida local que los legos desconocemos.
Lo que me queda claro es que
la coalición de gobierno, incluso su partido mayoritario, están
divididos. Tambien que hay poca vinculación entre lo que se llevó a
consulta popular y lo acordado en la casa del amo y que, sea cual sea la
expectativa que predomina en el gobierno griego, si el enemigo a la
ofensiva encuentra a los mandos de la resistencia divididos y a la tropa
dispersa por esta división, lejos de detenerse avanzará a ocupar mas
territorio, saquear, debilitar al oponente, etc.
Recuerdo, a
propoósito, aquella entrevista en la que un periodista consulta al
carapintada Rico "el presidente Alfonsín manifestó intención de dialogar
con Uds. ¿cesarán su protesta?". Lejos de responder, Rico avanza con su
propia pregunta al periodista: "el enemigo nuestra bandera blanca ante
el avance suyo ¿Qué debe hacer Ud?". "Negociar", responde el periodista.
"No", dice Rico, "lo que hay que hacer es seguir avanzando y ocupar más
territorio". No era intención de este nefasto personaje hacer pedagogía
con lo que enseña cualquier manual militar, sino reafirmar su situación
de poder. Sin émbargo, la parábola dejaba una enseñanza a tener en
cuenta frente a discursos frentistas y seudoprogresistas: quien no
comparte el paradigma democrático no es adversario, es enemigo. No de un
partido, no de una propuesta, sino de la democracia misma, como sucede
con Rico y con la troika.
Aquella vez un presidente -legitimo,
valioso, convencido- salió de su espacio simbólico, la Rosada, para ir un cuartel,
espacio más que simbólico que el enemigo supo constituir genocidio
mediante. El resto ya es conocido.
Ahora, un gobierno firmó las trazos
gruesos de su futuro fuera de su territorio y de la geografía de sus
instituciones y luego lo convalidó en esa geografía en medio de
divisiones y rechazos.
Los miles de kilómetros que median entre América
del Sur y Grecia disuaden de un juicio taxativo sobre lo que sucedió
allá.
Lo que sí no deja lugar a dudas es que la troika ya está
queriendo avanzar en nuestras tierras, cuenta con aliados
incondicionales y hasta gobiernos ídem.
Hace diez años fue el ALCA com promesa de crecimiento comercial, hoy
el aprete viene sin más promesa que la de segir respirando.
Como en Mar
del Plata hace diez años, el proximo gobierno argentino y el resto de
la región tienen una sola puerta al futuro: seguir el camino emprendido
sin someterse al imperio. Y si lo de Grecia no fuera lo que parece,
mejor. Por su pueblo, por los nuestros y por la esperanza de un futuro
mejor
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