jueves, 5 de noviembre de 2015

BALLOTAGE: VOTAR PARA PODER O COMENTAR PARA PERDER

El diario de lunes tiene, junto a la virtud de puntualizar lo que ha pasado en días anteriores, la escasa cuando no malintencionada explicación que suelen dar los medios y opinadores sobre por qué pasa lo que pasa.
En su artículo "Argentina: un balotaje crucial para América Latina" Borón nos ilusiona desde el título con insertar las elecciones nacionales en el contexto latinoamericano. Sin embargo, hay más de críticas locales que de análisis latinomericano. Es más, el articulo mezcla errores diversos y de diverso calibre con un denominador común: el poco fundamento sobre por qué lo que él llama errores serían errores y por qué sucedieron.
Por ejemplo, dice que dejará para otro momento "un balance de la experiencia kirchnerista en su integralidad y con sus múltiples contradicciones", pero no deja de consignar las contradicciones que él ve: "concentración empresarial vs. AUH" , "extensión del régimen jubilatorio vs. regresividad tributaria", "desarrollo científico y tecnológico vs. sojización", "orientación latinoamericana vs. extranjerización de la economía" 

Todo gracias a la no resoluciòn del kirchnerismo. ¿Será así?
Cada una de ellas es, en efecto, una contradicción flagrante de nuestra época, en particular de estos últimos doce años. ¿En qué sentido? La concentración, la sojización, la regresividad tributaria y la extranjerización ya existían antes de 2003. Pero, no convivían como si conviven hoy con el crecimiento de la producción nacional ni con la distribucion de la riqueza e inclusión. No se había producido la mayor recuperacion nacional de empresas y áreas de la economia que se tenga memoria desde el primer peronismo, tampoco las medidas de inclusión como la AUH, etc., ni se sosteníán a rajatabla retenciones que permiten abonar este proceso de recuperación nacional y social. 

Allí donde Borón denuncia contradicciones para confirmar que no debió concedérsele nada a los grupos de poder, un análisis exhaustivo nos llevaría a verificar que si los pobres están consiguiendo empleo, futuro, mejora en sus condiciones de vida mientras los ricos la siguen haciendo con pala, es porque esa es la correlación de fuerzas entre la clases. Ni los grupos de poder pueden continuar con la exclusión creciente 1976/2003, ni los sectores populares podemos, como se vio en la 125, obligar a los sojeros a contribuir más ni a modificar su esquema productivo. Pero acumulamos el suficiente poder institucional e ideológico como para seguir usando al Estado (por primera vez en la historia lo hacemos a lo largo de más de una década) para reparar, incluir, distribuir, a caballo de la generacion de mayor riqueza. Ese es el marco en que nos desenvolvemos: una Argentina en disputa, con un Estado y gobierno en disputa, en los que cada logro de uno u otro lado pone en cuestión la capacidad de fuego de cada sector de clase. Cuando nos consolidamos, avanzamos. Cuando se consolida la oligarquia, avanza. Ni uno ni otro tiene capacidad para doblegar al adversario de modo definitivo.

Una Argentina en disputa, además, que está siendo alcanzada por el retroceso de los procesos populares que venían prosperando desde principios de siglo en nuestro continente y que padece la pérdida de envion de procesos similares en el resto del mundo.
La edad de Borón y la mía nos condicionan a recuperar experiencias de otras situaciones en que se produjera el paso a la defensiva del movimiento popular.
En el 73, tras Ezeiza y la caída de Allende, fueron las mayorias populares (también Perón en su último discurso) las que primero sintieron el aplastamiento de los pueblos hermanos y el aislamiento en que esto iba sumiendo a nuestro proceso.
No es el caso revisar los '70 ni menos confundirlo con nuestra época, pero en aquellos días. mientras en la militancia y los sectores más combativos recrudecia el reclamo y la confrontación, en el resto de la sociedad se fue produciendo un contexto de retirada y se produjo una fractura de la unidad popular que nos fue dejando aislados y favoreció la reacción golpista y el genocidio.
¿A que viene este recordatorio? A puntualizar que no se puede analizar ninguna situación haciendo abstracción de la correlacion de fuerzas entre las clases. Y a puntualizar que esa correlación de fuerzas hoy va en el sentido de mejorar para los sectores del privilegio y nos exige a los sectores populares extremar la lucidez en el análisis y la amplitud en las propuestas, de modo garantizar el arco de alianzas necesario para lograr el principal y único objetivo que se nos plantea en esta coyuntura: lograr el voto mayoritario para la fórmula Scioli-Zannini, de modo de mantener a la oligarquía y los grupos gran-empresariales, lo más lejos posiblo del manejo de la cosa pública.
Nada más extraño a esa mirada y al logro de ese objetivo que el confundir los propios deseos con la realidad o suponer las determinantes de la época como variables de la voluntad personal.
Aclaro: el proceso que vivimos desde 2003 ha estado fundamentalmente apoyado en el manejo del gobierno y el Estado por parte de nuestra cnducción. La gesta callejera, la compulsa abierta de clases, los únicos basamentos sobre los que se pueden construir liderazgo, organización e independencia respecto a la ideología neoliberal, no han sido dominantes. Ese proceso de movilización popular no abundó gracias a la destrucción que sumaron la dictadura y los 90 y no pude ser reemplazado con consignismos ni con discursos que no encuentren identificación en las mayorías populares.
Las mismas organizaciones que surgieron de este proceso adolecen de esta dificultad que podrá ser enfrentada en el mediano plazo, pero no sin pueblo en movimiento. Abundan ejemplos en la región y en nuestra historia, dejo en manos del lector ponerle nombres.
Por eso y no porque no se haya buscado construir más liderazgos, (no quiero herir a ningún compañero poniendo nombre y apellido a los intentos de construir liderazgos alternativos que fraasaron por falta de acompañamiento social) fue Scioli el que tomó la posta de disputar la presidencia. Pero no fue candidato porque fuera "un político nacido del riñón del menemismo" sino porque acompañó y militó estos doce años junto a quienes protagonizaran lo más épico de este proceso: la construcción del kirchnerismo. Perdido Néstor e imposibilitada Cristina, la salida era evidente: Scioli presidente.
Raro momento elige el analista, la recta final hacia el ballotage, para enumerar errores del kirchnerimo que, si lo fueran, no tienen ninguna corrección posible en lo inmediato, sea el supuesto triunfo que hubiera logrado Lousteau sobre Larreta gracias a nuestro pronunciamiento, sea el "el oportunista anuncio, hecho sobre la hora, de duplicar el piso salarial para el impuesto a las ganancias, algo que el gobierno nacional tendría que haber hecho hace mucho", sea " la ausencia de una sistemática labor concientizadora y de formación ideológica" (sic).
Tal vez por eso, a pesar que Borón vaticina que una derrota de Scioli "podría ser el inicio del “fin de ciclo” progresista en la región", no puede definir de modo positivo una convocatoria a votarlo. Algo así como "con Macri sería todo terrible, hay que evitarlo". ¿Resultará promover el voto mayoritario con desear que "ojalá que le vaya bien" a Scioli para que no vengan otros males?
No es eso y vale la pena repetirlo, vamos por Scioli presidente porque queremos contar con esa fabulosa herramienta de poder que es el Estado para seguir fortaleciendo el proceso popular, generar riqueza y soberanía y hacer que el pueblo pueda disfrutarlo y vivirlo cada vez más.

"Porque, bien miradas las cosas, los pueblos se proponen sólo aquellos objetivos que pueden cumplir". Carlos Marx, Prefacio a la Introducción a la Crítica de la Economia Política.

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