jueves, 28 de marzo de 2019

Carro y las elecciones de Córdoba: una decisión de estadista


En perspectiva a las elecciones provinciales, Pablo Carro anuncia el retiro de su candidatura y con ello la no presentación del Frente Córdoba Ciudadana en las mismas. Las reacciones de adherentes y militantes en las redes van desde el cuestionamiento a su principal referente, la crítica a “órdenes desde Buenos Aires” hasta el reconocimiento de la poca convocatoria del espacio o el haber errado el eje de campaña.   
Como suele decir el amigo y compañero Jorge Rachid, las elecciones de octubre no serán una fiesta de cumpleaños. Desde el fraude, la proscripción, la multiplicación de causas hasta las campañas de medios y el aporte del FMI, todo estará al servicio de un solo objetivo: impedir nuestro arribo al gobierno, garantizar la continuidad neoliberal. Desde allí, consolidar el cerco sobre los gobiernos populares resistentes mientras se saquea lo que queda de Argentina.

Nuestro triunfo significará un hito en la disputa, pero no detendrá la acción de la derecha: la confluencia de los EEUU y los sectores más entreguistas del poder local  va en un mismo sentido: más incidencia del poder imperialista en lo local para impedir el éxito de un gobierno popular y multiplicar los negocios de sus trasnacionales, cerrar el cerco sobre los gobiernos populares que sobreviven en la región.

En este panorama, la crisis que se extiende a todos los planos de la vida nacional, la degradación de la figura presidencial y la fragmentación del bloque de poder que supo sostenerlo, no modifican la acción de Cambiemos: tiene que consolidar su tropa profundizando su política y hasta amenazar con hacerlo más rápido y a mayor profundidad en un eventual segundo periodo presidencial. En consonancia con esta política, la promoción de candidaturas que dividan a la oposición, la difamación, el soborno, la extorsión y la elevación de grados de  violencia estarán al orden del día.

También el aprovechamiento de cada resultado electoral, como se pudo ver en las recientes elecciones de Neuquén. Las usinas mediáticas fueron por la construcción de una derrota kirchnerista cuando lo notorio era la derrota aplastante de Cambiemos, último triunfador en un distrito que lleva décadas votando al movimiento local en las provinciales. La acción distractiva, de dudoso resultado fuera de los lectores y audiencia cautivos del monopolio mediático, contó con la ayuda de un errado diagnóstico local de paridad, ampliamente desmentido por los resultados. Ello deja una enseñanza: toda acción de la unidad opositora debe atender a consolidar nuestro espacio de cara a la gran batalla: las presidenciales de octubre. Cada acierto se medirá en esa contienda, cada error también.

No hay, por lo tanto espacio electoral que se pueda sustraer a las elecciones presidenciales. Esto vale tanto para las contiendas de gobierno como para las gremiales, profesionales, sociales y todo aquel espacio donde la disputa será la misma: o se concreta la unidad de todas y todos quienes se oponen al gobierno o se está retrocediendo de cara a octubre.


-        Las presidenciales y la disputa nacional y regional

Este 2019 demarca tres salidas posibles para Argentina.
Dos conducirían, en mayor o menor tiempo, al pasaje a la desesperación, el quiebre social y la violencia generalizada.
Una, que no tengamos candidato para vencer a Macri. Su victoria o la de un sustituto implicaría profundización del ajuste, el despojo, la desnacionalización, el desastre.
U otra: que nuestro/a candidato/a no tenga la suficiente convocatoria, respaldo y referencia en el pueblo como para implementar una política de reparación nacional con miles sino millones de compatriotas bancando en la calle.
Esto último, refiere a la tercera salida: que ganemos con amplia convocatoria en la calle, sólo lo garantiza Cristina, no se transfiere ni se inventa, ya que los liderazgos son consecuencia de épicas sociales, no de laboratorios.
Respecto a las dos primeras, si ganara Macri o un sustituto del mismo espacio, la oligarquía y EEUU tendrían la ventaja de ir contra un pueblo nuevamente derrotado. Estos tres años son ejemplificadores de cómo incide en la combatividad popular una situación de confusión y falta de perspectiva de poder.
Pero si en cambio logramos vencer en las presidenciales desde la unidad contra el neoliberalismo, nos estaríamos encaramando sobre un triunfo y sobre el nuevo acceso al Estado para recuperar iniciativa, organización y bancar la confrontación.

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      La decisión del Frente Córdoba Ciudadana

Es este mosaico de situaciones el que se hace presente hoy con la vigencia de las elecciones en cada distrito y el que define el eje de construcción: sea cual sea la fecha de la elección local la propuesta debe tener en cuenta ante todo su contribución al triunfo en octubre.

No se trata de juntarnos con los mejores, ni siquiera con los que guste a tal o cual, sino de separar del neoliberalismo a la mayor cantidad de sectores que nos sea posible. Hablamos de sectores, porque aquellos con quienes nos aliamos no son personas aisladas sino referentes de grupos sociales. Es por eso que se producen las alianzas en política: porque hay quien busca reunir a la mayoría social  para gobernar. Hoy, los neoliberales para superexplotar cada vez más y marginar cada vez a más personas, nosotros para impedirlo.

Es lo que se puso al orden el día cuando el resultado entre Unión por Córdoba y Cambiemos estuvo en duda. No se trataba ya de rescatar a uno u otro o igualarlos, sino de tener en claro que un triunfo de Cambiemos tendría una incidencia relativa pero de todos modos favorable al gobierno en las elecciones subsiguientes, mientras que una derrota en uno de sus distritos insignia contribuiría a ir confirmando el clima de época de decadencia que va rodeando al macrismo. Si bien la derrota no se produciría a manos de nuestra propuesta de unidad, resultaría de una fuerza sin proyección nacional a la vista. Fuerza que irá sintiendo, de cara a su necesidad de paliar lo que cuatro años de Cambiemos le hicieron a la provincia, los efectos de nuestro crecimiento electoral conforme Cristina lance su candidatura.

En octubre puede ser que no triunfemos en algunas provincias, pero si hacemos la diferencia suficiente, los votos necesarios para sumar y ganar en las presidenciales estaremos en condiciones de ir recuperando terreno en todos los distritos, conforme la recuperación que nuestro gobierno traerá a la Nación.

Con ese panorama, la decisión de no terciar, de buscar incluso puntos de confluencia con el oficialismo cordobés, se muestra como la decisión correcta. Esto no sólo en el sentido defensivo, evitar la victoria de Cambiemos, sino también en el sentido de ir aportando a una perspectiva diferente para el electorado cordobés, una perspectiva que vaya trazando una división entre sus expectativas y la propuesta neoliberal.      

Una sola cuestión es posible que afectara la decisión de no presentar lista: el mejor momento para negociar con un adversario es cuando éste tiene alguna debilidad. La unidad de Cambiemos implicaba el peligro para Unión por Córdoba, pero esa debilidad se va despejando cuando Cambiemos se fractura. A la vista de las reacciones entre militantes y referentes que siguieron a la comunicación del compañero Carro, es posible pensar que los acuerdos en el espacio no ayudaban a negociar en distinto sentido o tomar este tipo de decisiones antes. 


-        Hay en este sentido una discusión para dar

Es importante ser militante y la resistencia se nutre del compromiso, sacrificio y creatividad colectiva que la militancia implica. Pero venimos de protagonizar doce años de gobierno. Quienes fueron funcionarios, quienes militamos en cada espacio, quienes contribuimos a la conquista de derechos, la inclusión, la soberanía, la felicidad de nuestra gente, todos fuimos responsables de esos doce años de gestión de Estado, de ingreso del interés y la cultura popular al Estado, de avance hacia formas populares de gobierno. Eso nos coloca frente a una responsabilidad ineludible: medir nuestras acciones por cómo promueven el acceso del pueblo al gobierno. Es lo que hizo el compañero Carro al definir prioridades y dar la cara con una resolución que si bien contribuye al objetivo principal, choca con expectativas previas.

En todos los casos, queda por delante una tarea para el Frente, que es contribuir desde su perspectiva política para que la derrota de quienes hoy manejan el país resulte contundente.  

La actitud mayoritaria de nuestro pueblo está dando una señal: el poder está en juego este año, al menos la porción de poder a que puede aspirar el pueblo. Y se disputa en elecciones.

Para llegar a las calles llenas de compatriotas defendiendo sus derechos tenemos que producir una demostración de poder: GANEMOS LAS ELECCIONES NACIONALES.

El lugar donde se juntarán quienes no se interesan en la política pero sí en sus familias, amigos o vecinos, quienes no nos quieren pero padecen al macrismo, quienes siempre nos votan porque la memoria popular está en su ADN, quienes creen que somos tibios pero reconocen que somos más y resistimos, quienes militan en las buenas y en las malas, quienes quisieran ir más rápido, pero se contienen, el lugar donde nos encontraremos todos los que no bancamos al macrismo serán las mesas de votación.

Mario Burgos

1 comentario:

  1. Excelente Mario. Lo de Carro fue feo porque al pobre Pablo le hicieron poner la cara y muchos en caliente lo vimos mal. Después más tranquilos razonamos similar a tu escrito. Hoy estamos decididos a ganar con la conducción de Cristina y de Pablo

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