¿Quién golpea a la Presidenta ?
Comparto texto que me envía la compañera y amiga, Estela Díaz, ex Secretaria Nacional de Género de la CTA,
Ojo morado, curita, mirada perdida y seria, gesto adusto, “despoder”, pegarle como “negocio”, hasta los que eran amigos lo hacen… forman parte de algunas de las perlas en imágenes o texto que presenta la última tapa de la revista Noticias de editorial Perfil.
La Presidenta Cristina Fernández es presentada como mujer golpeada. Lo que nos remite necesariamente a pensar en: ¿qué vemos cuando miramos a una mujer que es víctima de violencia?, ¿cómo se manifiesta la misma?, y, ¿qué significado tiene la violencia sufrida, para ella y la sociedad? Que nos dice entonces en una primera mirada esa imagen: que la presidenta se encuentra débil, vulnerable, aislada, con pérdida de la estima propia y de los demás, que son algunas de las características que presentan las víctimas de la violencia. Pero no sólo eso, también esto está acompañado de un cierto regodeo por pegarle, de una complicidad con los golpeadores, de un “se lo merece o por algo será”, además de un “negocio”, y por supuesto no podría faltar para ser aleccionador al resto, dejarle huella. Para ella, para todas las mujeres, para quiénes forman parte de su proyecto político.
La revista en la tapa de su última edición ha logrado poner en evidencia, algo que sostenemos muchas de las que insistimos en mirar también desde el feminismo a la realidad política y social. Confirma de manera palpable que para ella todo es más difícil, no sólo por los intereses con los que se enfrenta, sino por ser mujer. Hay un odio que, salvando las distancias, hace recordar mucho al odio que se le tenía a Evita. “Viva el cáncer” podía en aquellos tiempos leerse pintado en las paredes.
Otro contexto, otra historia, mucha agua bajo el puente de nuestro país y un largo camino hemos recorrido las muchachas, como decía aquella exitosa propaganda de cigarrillos. Pero que todavía no hemos recorrido el suficiente, es evidente. Ni como país ni como congéneres.
Esperando el colectivo en el camino Centenario, en la ciudad de La Plata donde vivo, vi una pintada en aerosol que me dejó petrificada: “picana y falcon verde es lo que necesita la yegua: fuera Cristina”. No es casual. Cuando el conflicto con el sector agrario privilegiado pudimos observar carteles –casi siempre levantados por mujeres- no tan explícitos, pero con contenidos muy similares.
¿Qué es lo que retorna, con insistencia de pesadilla, en la historia política argentina? Hay odio de clase y de género. Parece una antigüedad lo que estoy sosteniendo, pero es tan vigente y actual como la tapa de la revista que estamos comentando.
Muchos intereses se han tocado, muchos que afectan a los sectores privilegiados por las políticas neoliberales, muchos faltan aun, y saben que la profundizació n del proyecto nacional y popular sólo será posible avanzando sobre ellos. Por eso golpean, por eso mienten, por eso quieren conservar sus privilegios.
Podemos leer la tapa de la revista también como una metáfora de la disputa hegemónica abierta en la Argentina. Qué otra cosa es la violencia contra las mujeres que un abuso de poder llevado al extremo del deseo de control y subordinación del otro (de la otra, casi siempre por parte de un varón o un sistema patriarcal y machista). Dejar de ser sujeto para transformarla en objeto a merced de quién domina, quién controla y decide sobre la vida y la muerte. Las cifras del femicidio en Argentina del año 2009, más de 200 mujeres asesinadas, muestran el extremo de esta realidad.
Eso quiere el poder real y lo expresan sus comunicadores. Golpear, doblegar, aniquilar la voluntad de transformació n y cambio. Terminar con los juicios contra los represores que son un ejemplo único en la región, terminar con las políticas de recuperación de un Estado al servicio de un proyecto de mayorías (estatización de Aerolineas Argentinas, recuperación de los fondos de las AFJP, desendeudamiento, entre otras), terminar con las políticas de distribución del ingreso (asignación universal por hijos/as, protección del empleo, paritarias, incentivo a cooperativas) , terminar con las políticas democratizadoras como la nueva ley de medios audiovisuales, terminar en definitiva con el camino que está desarrollando gran parte de Latinoamérica de construcción propia, mirando su historia, su pueblo, sus intereses como región.
Quiénes militamos hace años por la defensa de los derechos humanos en general y de las mujeres, por la emancipación de la patria y la justicia social no podemos menos que repudiar esa tapa y ponerlo en palabras. No podemos menos que seguir tozudamente, tal cual lo manifestara reiteradamente nuestra presidenta, en el camino de construcción de una argentina que no tolere la violencia y la injusticia, ni como realidad ni como símbolo.
Estela Díaz
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