Tal vez se trate de un malentendido, tal vez alguien perdió el rumbo o cambió de bando.
Algo está claro, la derecha argentina ha preferido el camino de promover divisiones en nuestro espacio ya que es conciente de su imposibilidad de disputarnos el favor popular. Sin proyecto presentable, su raquitismo político es tan grande como grande es la ola reaccionaria que recorre el mundo, a excepción de buena parte del UNASUR. Confían entonces en que su trabajo de desgaste del gobierno nacional confluya tarde o temprano con los dictados del imperio y todo vuelva a las épocas que La Nación, por ejemplo, siente perdidas en su editorial del 10 de abril ("hoy se rinde homenaje a quienes murieron atacando cuarteles y comisarías y no a quienes perdieron la vida defendiéndolos")
Pues bien, han surgido contradicciones en nuestro espacio y es antes que el panorama se despeje que quiero, de todos modos, preservar un hito en la historia del pueblo argentino y del peronismo, cuyas coordenadas tienden a confundirse una y otra vez desde 1945.
Se trataba de algo más que de un cambio en los criterios legales, se trataba de convertir en política de gobierno lo que el pueblo había puesto al orden del día y se había ganado en décadas de resistencia.
Ese día, 5 de junio de 1973, ante los comisarios de la Policía Federal, ya entrenados por años en reprimir, torturar y llevar adelante la doctrina de la seguridad nacional, el entonces Ministro del Interior, Esteban Righi, define las nuevas condiciones en que deberán desempeñar su labor y el paradigma que rige esas nuevas condiciones.
Contra esto vinieron a arremeter primero el lopezrreguismo, la colaboración de las derechas partidarias y finalmente el genocidio: no se trataba sólo de impedir la distribución de la riqueza sino también de eliminar todo vestigio a un orden en el que resultaba imposible frenar el avance del pueblo.
Aquí se transcriben los puntos fundamentales de aquel discurso
“Es habitual llamar a los policías guardianes del orden. Así seguirá siendo. Pero lo que ha cambiado, profundamente, es el orden que guardan. Y en consecuencia, la forma de hacerlo”.
“Un orden injusto, un poder arbitrario impuesto por la violencia, se guarda con la misma violencia que lo originó. Un orden justo, respaldado por la voluntad masiva de la ciudadanía, se guarda con moderación y prudencia, con respeto y sensibilidad humanas”.
“Dije que la Policía tendrá nuevas obligaciones y quiero enumerar algunas de ellas. Tendrá la obligación de no reprimir los justos reclamos del pueblo. De respetar a todos sus conciudadanos, en cualquier ocasión y circunstancia. De considerar inocente a todo ciudadano mientras no se demuestre lo contrario. De comportarse con humanidad, inclusive frente al culpable”.
“En la Argentina nadie será perseguido por razones políticas. Nadie será sometido a castigos o humillaciones adicionales a la pena que la Justicia le imponga”.
“La sociedad debe protegerse del delito, pero será ineficiente si no comienza por comprender que sus raíces no están en la maldad individual sino en la descomposición de un sistema que no ha ofrecido garantías ni oportunidades”.
“Las reglas del juego han cambiado. Ningún atropello será consentido. Ninguna vejación a un ser humano quedará sin castigo. El pueblo ya no es el enemigo, sino el gran protagonista”.
Ante estas palabras no puedo menos que evocar el día en que Néstor les dijera a los generales "No les tengo miedo", para luego reafirmar la doctrina popular".
Con un pueblo unido y con la doctrina que se resume en aquellos párrafos, la inclusión, el protagonismo, la democracia "el amor y la igualdad", como dice nuestra marcha, no reconocerían más techo ni límites que los que imponen la materialidad y las fuerzas que aún conserva la reacción.
Hoy, que la Metropolitana cargó en la Villa 31, baleando -con balas de goma por ahora- a vecinos en las calles y casas que habitan con los mismos métodos que se usaron en los tiempos en que se gestaba el orden terrorista, es bueno volver sobre nuestras mejores tradiciones para reafirmarlas.
El mismo día sale de escena un actor de muchos de los cambios que prefiguraron este tiempo de inclusión y reparación social y política.
Pero el gobierno popular sigue adelante.
Y tiene, el gobierno nacional, nuestra presidenta, la suficiente legitimidad, autoridad y capacidad de desarrollar consensos como para promover y dar concresión a un Pacto Federal de no represión a la protesta social.
Estamos gestando una nueva Argentina, pero sólo tendrá futuro si el pueblo se sabe libre de expresarse, reclamar y convertir cada necesidad suya en un derecho.
Esa es la doctrina que se reafirmara en aquel 5 de junio de 1973.
No hay comentarios:
Publicar un comentario