lunes, 2 de junio de 2014

LEONARD COHEN, Otra enseñanza del maestro

A veces, en la discusión política, uno recae en lo agresivo, lo destructivo, en un nivel en el que uno no se reconoce ni espera para nadie. 
Sea que se busque un mundo mejor, sea que se defienda este que nos cayó en suerte, sospechosamente ambos discursos suelen cargarse de lo peor de uno mismo. La impotencia del poco argumento, el poco apoyo social para lo que uno cree, ambos se disparan en el exabrupto y no hay vuelta atrás. Puedo decirlo, me ha sucedido muchas veces.  Me lo han hecho saber amigos, me han llamado a reflexionar sobre ello. 
El mail, el FB, el blog, el Twitter, estas herramientas que de algún modo nos vuelven a lo epistolar,  con con eso de revisar el texto, reducirlo, aclararlo, me han permitido despojarlo bastante de esa carga,  de algún modo avanzar a corregirlo. No a descubrirlo, insisto en que ya me lo indicaron antes, sí dedicarle más tiempo, atención y con ellos, alguna intención de cambio. 
Fíjense en cambio. Leonard Cohen al recibir el Premio Asturias. 
Serio y circunspecto, introspectivo y emocionado, dirige su mirada a la Reina de España y la cohorte de franquistas y neo que la rodean, los llama "sus majestades" y se permite abrirles el corazón de par en par como si fueran sus íntimos. Los instruye: "La poesía viene de un lugar que nadie comanda, conquista (...) por eso me siento casi un charlatan aceptando un premio por una actividad que no domino y agrega con humor, como para no abrumar a sus interlocutores con la dimensión de su saber: "Si yo supiera de dónde vienen las buenas canciones iría a ese lugar más seguido".   Por fin les dice qué lo llevó a estar frente a ellos: "Obviamente estoy reconocido por el premio de la Fundación, pero he venido a expresar aquí otra dimensión de gratitud, creo que puedo hacerlo".  
Con quién o por qué quiere expresar otra dimensión de gratitud? Leonard lo aclara y al hacerlo les enrostra que aquello que Ellos premian en Él, obedece a dos influencias de origen  que ellos asesinaron. Por una parte, la poesía de Federico García Lorca, esa que le hizo saber que "había una voz" y que Leonard conociera por traducciones y sin saber quién fuera su autor, todo ello antes de escribir sus propias canciones. Por la otra, la influencia de un joven guitarrista y maestro de guitarra que dio a conocer a Leonard los acordes básicos del flamenco, días antes que, lejos en el tiempo y la geografía, lo alcanzara de un modo particular la tragedia iniciada por el genocidio franquista. 
Sin palabras fuertes, casi como un amigo (les confiesa "es la primera vez que cuento que todas mis melodías parten de esos seis acordes que me enseñara aquel joven español") desgrana su recuerdo para denunciar delante de los autores y beneficiarios, cómo ellos han privado a la humanidad entera de otras voces como la suya, con aquel golpe y aquellos crímenes  a los que Leonard ni siquiera nombra en su discurso.   
Gracias Maestro, otra vez ha sido un gusto

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