domingo, 5 de mayo de 2019

HASTA CUALQUIER MOMENTO CANCA. LOS SETENTA NO SE VAN.

Te hubiera gustado ver a todas y todos (fuiste el primero en aprenderte la forma correcta de decirlo) los que fueron ayer a despedirte. Se abrió el Congreso y hasta los medios más gorilas lo informaron, tal vez para convertir tu memoria en cajón, cosa imposible. 
Vernos en ese mosaico de rostros tristes, de encuadres y miradas diferentes, encontrándose en una misma ceremonia. Me digo: el Canca volvió a juntar, como en los '70.
Las mismas asambleas en Filosofía y Letras o en otra facultad de la UBA cuando las clausuras, los mismos barrios y hasta las mismas casas con "La hora de los hornos", con el teatro de Octubre, el local de gráficos con Raimundo, Di Pascuale, Feraresi, la CGTA y otra vez a Filosofía y Letras, al Cuerpo de Delegados. 
Lo pienso desde hoy, cuando tanto se necesita unidad: no habíamos elegido aún nuestros encuadres definitivos, estábamos en propuestas diferentes y sin embargo todo llevaba a encontrarnos y hacerlo juntos.. 
Hubo una tarde, en el boliche junto a la facultad nos citaste a mí y al Argelino, el referente de todas y todos los activistas de todas las organizaciones, (también, supe después por casualidad, tu vecino de barrio). 
"Se va a formar otra vez la JP, y armaremos la JUP, la JTP y se necesitan cuadros para organizar, conducir, Vuelve El Viejo, la democracia... ". 
Te llevaba el entusiasmo, así que el Argelino esperó paciente a que termines: "Pero Canca, vos sabés que aunque no somos gorilas, tampoco somos peronistas". 
"No importa, nos juntamos todos, vamos organizando y militando y se verá en el camino", fue tu respuesta. Nos fuimos pensando que estabas confundido. 
El "luche y vuelve", la consigna más convocante de nuestra historia, la marea joven que promoviera, te dio la razón. Las miradas y la militancia fueron encontrándose en nuevas confluencias, la disputa fue gigante, pero nuestra generación no maduraba a la medida de nuestro pueblo. No sentimos sus señales de alarma, ni su aferrarse a una democracia que, frágil y limitada, era la última barrera a la contraofensiva oligarca, la represión, la cárcel, luego el genocidio. 
Se llevaron a tu vieja y a tu hermano, se perdieron familias enteras, casi toda la dirijencia de los '70. 
Supe que seguías vivo por compañeros que habían compartido pabellón en Sierra chica. Juan Iturburu, que se fue antes, el Colorado, todos llenos de anécdotas de algo compartido: cursos, discusiones, las expectativas de libertad ligadas a las de recuperar la democracia. Tantos años adentro y nunca nos cruzamos.
Te volví a ver ya después del 83, en una de las tantas movilizaciones de aquellos días, la naturalidad de encontrarse donde hay que estar, la alegría de sobrevivir, la responsabilidad de seguir. 
Ayer leía a Ernesto Jauretche, en su recordatorio por vos dice: "...obra del tiempo que escribe la historia...". 
Pensé: nosotros somos el tiempo y la historia cuando somos parte de nuestro pueblo. Nuestra generación lo fue con el "luche y vuelve" y lo volvió a ser una y otra vez hasta que en el 2003 la historia y las decisiones políticas se juntaron por doce años. Luego la resistencia y hoy otra vez vamos por el gobierno. Vas a estar aunque hayas partido, es "hasta siempre": nadie cae, ninguno se va del todo si nuevas generaciones confluyen y nos continúan construyendo los días más felices.
Nos vemos en la próxima, Canca.
Mario Burgos

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