Cuando millones se ponen en movimiento y ponen en multitud lo mejor de una sociedad, es imposible no caer en el lugar común, la frase hecha.
Es más difícil aún cuando los lenguaraces del frente mediático-opositor proponen un nivel de discusión ínfimo, bizarro, poblado de prejuicios y agravios, carente de argumento lógico, nivel en el que la coherencia, la memoria y la honestidad son apartados como molestia.
Uno siente la tentación de volver a sumergirse en el placer compartido y alejarse de tanta bajeza sin darle importancia.
Pero estamos ante algo más serio que las malas ideas. Producido el hecho inesperado para la derecha, ahora viene la batería mediática del desmerecimiento o la neutralización: en realidad no fue como se dice, o pasó pero fue una casualidad, o pasó pero no tanto.
Apenas un par de días antes Leuco hablaba del odio irracional con que se llegaba al bicentenario, Aguinis se explayaba sobre la falta de expectativas en la gente. Ya en plena celebración, Eliaschev hablaba de gente que circulaba en la calle ajena a la celebración, otro canal le ponía cámara a María Granata para que hable de las mejores cosas que se habrían podido hacer con el dinero que se gastó en los actos, De Narváez decía “no me gusta", claro que aqgregando ", hay mucho enfrentamiento, mucha división", Bergoglio reclamando “otro ánimo social” en su homilía del tedeum bis. Interesante irrupción de lo inconciente, con su veracidad y su eficacia, en cada uno de estos personajes. El de Leuco dejando irrumpir su odio irracional hacia las acciones del gobierno, bien que poniéndolo fuera de sí, en un lugar genérico en el que se juntan “la gente” y el gobierno, a su pesar. Aguinis no sólo hablaba de su falta de expectativas sino de su ajenidad, su imposibilidad de prever todo lo que tenga que ver con lo popular, ajenidad que Eliaschev lleva al su nivel más alto vagando entre gentes sin poder leer en sus gestos el momento único que están viviendo. Bergoglio por supuesto hubiera querido otro clima, pero no se refiere a las divisiones. En el espíritu elitista y paternalista que anima a la cúpula de la iglesia argentina desde hace siglos es casi pecaminoso lo que hace tanta gente y encima lo hace lejos de los amigos de Bergoglio. Tomás Abraham, filosofador full time nos propuso “Para una fecha como la que se festeja no hubiera estado mal inaugurar una gran obra, una represa gigante (…) y si no hay recursos para hacerlo, al menos se podía organizar un homenaje en el Cabildo en donde estuvieran todos los miembros del Congreso de la Nación, (…) representantes de las principales religiones, acompañados por la presidenta, el gabinete nacional y los miembros de la Corte Suprema.
Detengámonos un poco en esto de la gran obra y evitemos el otro lugar común que sería enumerar las obras inauguradas a diario en medio de la mayor crisis económica que ha vivido el capitalismo.
Gran obra. En la argentina post genocidio, post felices pascuas, post salariazo, post 2001: ¿hay obra mayor que abrir las compuertas de la conmemoración y el protagonismo a millones de personas? ¿alguna obra mayor que recuperar el sentido colectivo, incluir la recuperación de nuestros símbolos y quehaceres en ese camino de restitución que viene emprendiendo este gobierno desde 2003?
Dicho sea de paso, en eso consistió el festejo que organizó el gobierno nacional. No fueron “algunos “recitales y stands que se desarmarán en dos días”, como también puntualiza Abraham. Se trató de una serie de eventos orientados a la recuperación colectiva de los últimos 200 años, comenzando con el llanto de nuestra presidenta al vivir la emoción de todo que habrá de acontecer en estos días de restitución, pasando por los himnos cantados siempre por millones con acompañamiento de originarios en Ischigualasto, de Susana Rinaldi, de Fito Paez, en el obelisco, de Ciro en el Monumental hasta rematar en las 16 cuadras del desfile. Y lo del Cabildo, y los stands, por supuesto.
Pero, en eso estábamos, Abraham demuestra tener su inconciente cuando propone como “gran obra” una reunión en la que deja a la presidenta, artífice principal de esta conmemoración inédita, el papel de “acompañar” a los miembros del Congreso, claro que no a todos sino al “grupo A”. Esa es la unidad que pretenden aquellos que hablan en el texto del filosofador: una Cristina Fernández, junto al gabinete y la Suprema Corte haciendo de claque a ese verdadero tren fantasma.
Sólo De Narváez se corrigió, por supuesto que sin aclararlo, a los dos días. Ventajas del sistema electoral, la necesidad le da a De Narváez la poca lucidez que parece quitarle a otros: el año que viene hay que ir por el voto y enemistarse con el pueblo no parece el modo.
Probablemente fue Mauricio Macri quien llevó hasta las últimas consecuencias los delirios de la derecha. Primero confronta con la presidencia y le hace un favor. Las injurias en los días previos al bicentenario le permitieron a la presidenta con toda razón y dignidad negarse a una foto con esa verdadera corte de los milagros en la que sólo desentonaban los artistas y unos pocos distraídos. Al mismo tiempo queda entrampado en su creación y hace posible una comparación entre lo que sucedió en la 9 de julio, multitudinario y representativo de las mayorías y lo que pasó dentro del Colón, verdadera remake de los días menemistas del champagne con mortadela.
Queda para la preocupación la actitud del resto de la oposición, los que no aceptan ser derecha, que no quieren identificarse con el tren fantasma pero confrontan al mismo nivel con el gobierno. ¿Dónde estuvieron esos cuatro días? ¿suponen que van a llegar a alguna comunión con el pueblo autoexcluyéndose de su vida colectiva? ¿creyeron que la celebración iba a ser un fiasco? ¿tan ajenos al sentir popular están que no pueden prever lo que “la gente” va a hacer? ¿creen que decir “hicimos” es lo mismo que decir “hicieron”? ¿pueden todavía sentirse más a tono con los tiempos que el gobierno que a siete años de gestión tuvo los arrestos, la convicción y la capacidad de movilizar esta gesta popular?
ES TIEMPO DE CONSTRUIR LO NUEVO En los mejores días, decíamos "Gracias Flaco y Cristina x hacer lo que dijeron que iban a hacer y parecerse tanto a lo que fuimos y somos". Intentamos un continente en que crecer con solidaridad, inclusión, diversidad, equidad y justicia. Hoy la situación es otra: Un gobierno dirigido realizar su "revolución" conservadora, saquear al pueblo, arrasar derechos y legalizar el nuevo estado de situación. AHORA ES TIEMPO DE IMPEDIRLO Y LO HAREMOS RESISTIENDO UNIDOS
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Mi comentario a Héctor Dengis (que envía la nota de Abraham x mail como si fuese gran cosa) en 2 partes porque sino no sale:
ResponderEliminarHéctor, Tommy, ve la vida de un modo muy particular.
Jamás tuvo que laburar, gracias a la fábrica de medias Tom de Ciudadela que le viene de sus papás. Es como Ricardo Fort, pero más leído y menos chabacano. Así se pudo bancar una vida filosófica, y hacerse famoso vendiendo la exégesis de Foucault (que es muy interesante para pensar los vericuetos del poder, pero inútil a la hora de hacer política) en grupitos de alumnos que buscaban algo "pret-a-penser", listo para ser deglutido sin tener que masticarlo demasiado. La clase media y media alta porteñas, siempre proveen una buena matrícula que busca esa clase de "modas" con miras a la "aplicación inmediata" en cualquier cosa, aunque más no sea en las tertulias de las 5 PM. Si hubiese sido más inteligente, hubiese hecho eso mismo en EEUU, produciendo una renta muy superior y teniendo un auditorio mucho más rudimentario frente a todo lo que tenga olor a discurso francés (que no les entra en la cabeza ni a palos). O sea, menos laburo y más renta. Pero no lo hizo. Supongo que ni precisaba pensar en esa posibilidad. Porque se sabe que la necesidad tiene cara de hereje y agudiza los sentidos y la imaginación.
Los dos millones de personas, ayer, en las calles de Buenos Aires, hacen que uno entienda que el pronóstico (el "lo que se festejará" el 25 de Mayo, revela que la nota la escribió antes de que eso sucediese) sobre que "la potencia del pasado NO logró unirnos en una celebración colectiva" resultó una estridente pelotudez.
Al enviar esa nota sin percatarte de este "detalle", mostrás una vez más la parcialidad y ceguera militante de la que hacés gala. Esta vez a dúo con Tomasito. Qué sería "unirnos en una celebración colectiva" si no lo es semejante presencia que dá por el piso con los grandes hitos de las manifestaciones de cierre de campaña de Alfonsín y Luder en el 83, que habían convocado a un irrepetible millón de asistentes en cada caso?
La oposición, como es su costumbre, y habiendo sido protagonista exclusiva de los más grandes desastres en la gestión de gobierno de nuestro país (desastres en lo que hace al bienestar popular, no para ellos, ni para la famosa "patria financiera" para quienes trabajan), sigue jugando a trabar cualquier política que signifique un buen "negocio" para los argentinos, y en consonancia con eso, juega al Colón y la Catedral (de la que los radicales se bajaron a último momento porque pudieron entrever que les saldría el tiro por la culata) donde un Cardenal de conocido pasado sucio vinculado a la represión genocida pretende "iluminarnos" para que no veamos nada fuera de lo que a la cúpula clerical le interesa, como siempre.
Qué unidad se puede esperar de esa gentuza? de esos mercaderes de la política? de esos "vendepatrias" como se decía con justeza en el pasado?
ResponderEliminarA este gobierno se lo quisieron llevar puesto, y esto es literal. No es una exageración, no es un eufemismo, ni una metáfora. Si algo unifica a la oposición es que no son democráticos, no piensan en "la gente", les chupa un huevo el país, y sólo piensan en cómo desarmar lo armado en los últimos años, para volver al statu quo en el que los bancos, los terratenientes, los grandes pooles y corporaciones económicas, manejaban el Estado a su antojo. Un Estado servil a sus intereses.
Son esos los que señalan la "crispación" de un gobierno que si no se defiende con uñas y dientes, le pasan por encima como han hecho tantas veces en la historia con la Constitución, con otros gobiernos y con las políticas de distribución de la renta y defensa de los derechos de los trabajadores.
Son esos mismos los que se quejan de la falta de "unidad".
Ya Marx señalaba la vinculación entre la posición de clase y la conciencia. En eso el bueno de Tommy no se escapa ni un milímetro del "manual". Piensa como lo que es, un niño bien, que no tiene idea lo que es laburar y cree que el mundo, el trabajo, y la vida son como lo que leyó en alguna parte. Se ve que siente que ser opositor es ser "chic". Pensando, Tommy es como el asado hecho en microondas.
Podés reenviar mis reflexiones a tus "muchos", así podrías matizar un poco tu visión sesgada con otra cosa, y los demás no leerían sólo una posición. No estaría mal, no? Sería bien democrático. Yo, por mi parte, hago lo propio con algunos amigos.
Saludos. Claudio