Porque gobierna, porque lo hace bien, porque actúa de acuerdo a sus dichos, porque conduce al movimiento más militante del país y a la única estructura política capaz de sostener gobernabilidad. Porque su gobierno ha incluido más ciudadanos en la vida productiva, social, ciudadana y política en estos 8 años que en los 18 años previos. Porque apostó a la alegría mientras el resto reprodujo el Todo Negativo de los medios.
Porque gobierna.
Si algo no ignora una sola persona en este país es que lo que hoy llamamos kirchnerismo tomó las riendas del país en el peor periodo de la democracia post genocidio. Y el pueblo, en las crisis, tiende a priorizar la capacidad y el coraje de decidir. Como hizo con Alfonsín, con el innombrable. De
Tras el corto momento asambleario que surgió en 2001, un poco por empuje popular pero más por el agotamiento visible de las alternativas partidarias, la gestión de Néstor y la de Cristina fueron conformando una salida concreta y palpable para la gran mayoría de la sociedad.
Por todo lo que solemos enumerar, desde la bajada de los cuadros hasta inclusión, paritarias y distribución del ingreso cuando el mundo se debate entre la recesión, los países hipotecados y la exclusión social.
También salida concreta y palpable porque mostraron la posibilidad de resolver nuestros problemas desde la acción política. En aquel nivel de fragmentación del país, con el fantasma de la muerte rondando en las calles tras el asesinato de Kostecky y Santillán, la mayoría del pueblo quería algo más que debate, polémica, confrontación. Lo que esperaba eran decisiones, bien cuando fueran acertadas, bien cuando ante el error se supo corregir.
Paradójicamente, la buena gestión permitió que siguiera a flote muchos de los que fueron repudiados en el 2001, aquellos señalados por el “que se vayan todos”, los que tras un intensivo y largo trabajo de lavado mediático, supusieron que podían confrontar con el kirchnerismo presentándose como “lo nuevo”. El traspié del 2009 alimentó esa fantasía de la que ayer vinieron a mal despertarse todos los que mal se habían quedado.
Porque gobierna bien.
Este es un gobierno previsible para todos. Algunos lo llamaremos coherencia, compromiso con el pueblo, otros obcecación, soberbia, pero lo que toda la ciudadanía sabe, incluso los más opositores, es que en ningún área falta decisión, que se van a tomar las medidas que se consideren necesarias y –sobre todo- que se hará lo que dijo que va a hacerse. Tras el felices pascuas, el salariazo y la revolución productiva y el aburrimiento con blindajes y corralitos, una gestión previsible suena casi a milagro. La inconsistencia de las diferentes alternativas opositoras espeja de manera inversa al oficialismo. Mientras Cristina centró su campaña en lo realizado –una reafirmación del rumbo contra viento y marea- casi todo el resto se dijo y desdijo hasta hipotecar toda expectativa social que pudieron concitar en algún momento.
Porque actúa de acuerdo a sus dichos
Alfonsín comenzó con algún progresismo y terminó sometiendo
Duhalde, en cambio, comenzó con piel de cordero, pero a poco andar se fue transparentando como lo que es: una rémora de aquella derecha partidaria que aprovechaba y fogoneaba las acciones de provocación para escalar posiciones partidarias e institucionales (desde su intendencia de Lomas en 1975 heredada tras la renuncia de Turner, expulsado por las tres A, hasta Kostecky y Santillán, pasando por saqueos)
Los Rodríguez Saá, tan alegres a la hora del default como solícitos a la hora de borrarse ante el golpe institucional de Duhalde (Otras vez y van…), De
Binner y Pino, otros que comenzaron por izquierda amenazando con un frente de centroizquierda y terminaron cada uno por su lado por problemas de cargos que ni esperaban obtener. El uno lanzado a recorrer los pasillos del Multimedio mientras bajaba desde su candidatura presidencial a la nada. El otro, con una gestión prolija en su provincia, en retroceso ante
Carrió, quizás el caso al límite de este proceso que comienza por izquierda para ganar los favores populares, enfrenta al dilema del peronismo y trata de gambetearlo por derecha para encontrarse, cuando cree haber dominado la pelota, que el pueblo está jugando en otra parte.
Frente a tanta inconsistencia y cinismo, el domingo nuestro pueblo volvió a dar prueba de su madurez: castigó las conjuras políticas relegándolas a un lugar en que ni sumadas podrían dar cuenta de Cristina. Como dijera hoy una periodista en Radio Nacional, “el pueblo saltó el alambre y blindó a la presidenta”.
Porque conduce al movimiento más militante del país
Hay mucho para hablar de esto, pero nadie pone en duda la magnitud de este fenómeno. Los nuestros porque sienten el valor de la entrega, los ideales, la altura individual y colectiva que se construye en el ejercicio de la militancia. Nuestros adversarios porque temen el avance y desarrollo de nuestra militancia y buscan demonizarla de las más diversas formas. Pero la coincidencia es que cada vez más argentinos se incorporan a las organizaciones kirchneristas sociales, gremiales, intelectuales, artísticas, culturales aportando a multiplicar el registro de necesidades y capacidades de nuestro pueblo, a construir propuestas cada vez más creativas e inclusivas.
El resto, salvo honradas excepciones, recrea la degradación, clientelismo y mercantilización en que se fuera sumergiendo la vida política en el menemismo.
Lejos de cerrarnos en nuestras propias estructuras, el kirchnerismo abrió las puertas de la institucionalidad a toda la militancia. Eñ reconocimiento de Madres y Abuelas es quizás la mejor muestra de ello. Se nos ha acusado de hacer uso político de este apoyo. Nada más lejos de la realidad, esta apertura es nuestra garantía de consecuencia para toda la sociedad. Las Madres y Abuela no sólo aprovechan todos los espacios, también nos comprometen en su continuidad. Por eso las campañas de desprestigio. Ya que no pueden separarnos buscan limar su valor ante la sociedad.
Es claro queda mucho por superar en nuestras propias filas. En tanto no se generalice la movilización política en nuestro pueblo, su protagonismo, siempre estaremos sujetos a caer en formas burocráticas o el beneficio personal. Sin embargo, el despliegue militante con que encaramos tanto las primarias como las acciones de todos los días, da cuenta de un proceso saludable, capaz de avanzar en participación y entrega.
Porque Cristina conduce a la única estructura política capaz de sostener gobernabilidad
Con todo lo que pueda cuestionarse al complejo FPV-PJ-CGT, sus encuentros y desencuentros, fisuras y amuchamiento no hacen más que confirmar su importancia para el sostén y desarrollo del proceso abierto en 2003. Como herramienta electoral, de presiòn y reclamo, de construcción de consensos para las transformaciones realizadas.
La mayor parte de las otras estructuras políticas no ha sido capaz de resurgir del proceso de degradación que, por diferentes medios se fue imponiendo desde 1975 al 2001. Tampoco pudieron evitar caer en las mismas taras las fuerzas que nacieron como alternativa. Si Raúl Alfonsín y
En ese deterioro, perdida aquella referencia social que diera nacimiento y continuidad a los partidos, eliminada la salida golpista, otras estructuras han acrecentado su poder y avanzan a someter a la burocracia partidaria. La irrupción de
Se ha dicho que el gran derrotado de la primarias fue Clarín. Habría que precisar esta derrota: las primarias demostraron a los grupos de poder que la acción política no puede ser sustituida por lo mediático ni verdaderos partidos políticos pueden ser suplantados por diarios, radios y TV. Pero estas empresas seguirán haciendo su negocio de farandulismo y morbo-quizás no Clarín si avanza el juicio Papel Prensa- mientras los partidos siguen en la pendiente. Basta revisar las reacciones de los derrotados para comprobarlo.
Estos últimos 8 años, el kirchnerismo, ya estarían sobradamente justificados con la invasión de pueblo que promovió Néstor en nuestro espacio y la distancia que generó de este modo con el resto de las burocracias partidarias y con el intento de control del Multimedio
Por supuesto que entre nosotros también sobrevive esta tensión entre pueblo, militancia, burocratización y anquilosamiento. Hay de los “que se vayan solos”, viejas costumbres y malos hábitos también en nuestras filas. Pero esto se resuelve con más pueblo incluido en el debate, los consensos y las decisiones. Y el resultado del domingo, nos pone, como dijo Cristina, en el compromiso de mejorar y avanzar.
Sin embargo, no parece posible ni conveniente suponer que no necesitamos otros partidos, pero GENUINOS partidos. Cristina nos dijo que las primarias pueden aportar a modificar esta situación, pero aparece como lo más difícil de resolver.
Porque su gobierno Y el de Néstor ha incluido más ciudadanos en la vida productiva, social, ciudadana y política en estos 8 años que en los 18 años previos.
Millones de desocupados incluidos al proceso productivo, ancianos recuperados para políticas de protección y promoción, pibes recuperados como prioridad presente y futura, con acceso educación, salud, tecnología y también a la vida militante, colectiva, política, institucional, legislación inclusiva de la diversidad sexual. ¿Puede sorprender que muchos, entre esos millones y millones de incluidos voten a Cristina?
Y sí. Un par del elecciones previas con derrotas –esperadas y seguras- trajeron zozobra a muchos compañeros y amigos.
El resultado del domingo trajo también realidad entre algunos de nosotros. Desplazó una rémora del avance liberal en nuestras filas, la que hacía perder de vista que el pueblo registra lo que hacemos, ve si lo beneficia y cuando se juegan los grandes partidos lo manifiesta.
Porque apostó a la alegría mientras el resto reprodujo el Todo Negativo de los medios.
La madrugada me cierra los ojos, pero creo que basta con comparar los gestos y acciones de “los opositores” de la derecha con la movida de alegría colectiva que encaramos el bicentenario.
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