CREIA que la discusión sobre la producción minera podría encauzarse por un curso que contemple salud de la población, el desarrollo integral, autónomo y soberano, empleo, acceso a nuevas tecnologías, gestión social del control de medio ambiente. Ahora sigo creyendo pero es por el gobierno que tenemos, no por los interlocutores,
En el programa del lunes 19 de febrero “Bajada de Línea” Víctor Hugo Morales recogió ”, recogió una serie de comentarios, algunos acordes con lo que planteo. Muchos, en cambio, signados por el “NO a la minería” consideraban una traición el modo en que Víctor Hugo había abordado el tema.. Algunos afirmaban su no al cielo abierto, otros referidos a sustancias como el cianuro, otros contra el tamaño “mega” otros contra cualquier tipo de explotación ¿Cómo discutir en un marco democrático, federal en serio, si una de las partes sólo dice NO? Nadie dice, por ej., de dónde vamos a traer el oro, el cobre, el litio y el resto de los elementos que necesita cualquier país para arrimarse a un desarrollo tecnológico medianamente moderno.
¿Cómo discutir en un marco democrático, federal en serio, si una de las partes miente, como en el caso de la FALSA prohibición del cianuro en Europa? (gracias Vero Roatta) Se cuestiona que se extraiga tal o cual mineral pero se lo usa de mil maneras sin reparar en el costo que implica importarlo. Se denuncian filtraciones en el traslado de rocas con agua pero no se propone hacer todo el proceso en el lugar. Se denuncia el uso de agua y no se dice que la mayor parte es reciclada una y otra vez.
Tampoco es fácil discutir si enfrente hay quienes a todo cuestionamiento lo ven como una segunda intención contra el gobierno sin entender que nada de lo que perjudique grandes intereses se va a resolver sin lucha, sin reclamo.
No se percibe, además, que no estamos confrontando con la oligarquiá ganadera, ni con los desmontadores sojeros ni los pools, sino con pueblo como nosotros, sectores necesarios para la continuidad del proyecto kirchnerista e incluso necesarios para tener real capacidad de negociación con las megamineras.
Pero a diferencia del sector "NO", quienes sostenemos desarrollo con participaciòn popular y calidad de vida y medio ambiente, tenemos un gobierno con clara posición junto a los más humildes, no sólo para invocarlos sino para preocuparse por sus derechos. La convocatoria de la presidente a discutir el tema contrasta con la de aquellos que ahora descubren que “todo contamina” y deducen que los trabajadores y pobladores deberían bancarse los efectos del desarrollo. O los que toman como referencia a la minera, como si fuera una cuestión moral y no una cuestión de negocios en la que del lado de la minera está la maximización de la ganancia y del lado del Estado debe estar la maximización del beneficio a la sociedad. Pierden de vista que el kirchnerismo no es desarrollismo a secas, sino un intento de construir un mejor país con y para todo el pueblo.
No me hago el distraído con las policías apaleadoras -no hay ninguna excusa válida- tienen que recibir todo el peso de la justicia, un castigo que no omita quitarles el uniforme para hacer que la vida en esas provincias sea un poco más segura. Pero en muchas provincias seguirán ejerciendo esa función hasta que el gobierno nacional tome en sus manos el problema y produzca una suerte de acuerdo nacional de NO represión a la protesta social. Seguir con el argumento de la potestad local ilimitada sobre la represión es minar –valga el uso del término- una de las grandes gestas de este gobierno.
Sobran mecanismos para que el Estado nacional acceda a este acuerdo por consenso y es imperativo que se haga porque cada hecho apaleador –cuando no francamente asesino, como ocurrió con Fuentealba o los Qom- nos coloca más lejos de resolver este problema, más cerca de una tragedia.
Eso sí, uno se pregunta por qué los mismos actores que aparecen por Andalgalá no van a Santiago del Estero por el asesinato de Cristian Ferreyra y van, en cambio los que respaldan la gestión del gobierno nacional. No digo ausencia del fogoneador Bazán, que va allí donde Magnetto ve la posibilidad de agudizar una contradicción, sino a las agrupaciones y movimientos que se van proyectando desde Gualeguaychú. ¿Los crímenes de los desmontadores sojeros o los narcos de la frontera no están ligados a cuestiones ambientales tales como la desertización, la contaminación y la consolidación de sectores depredadores por esencia?
Así las cosas, me conformo con discutir y buscar consenso con quienes tienen en cuenta que no sólo hay que controlar la minería, sino los efectos de todas las actividades económica en nuestro país.
Es sabido que la sobreposición de la corruptela dictatorial y menemista, la crisis y la necesidad de recuperar actividad económica para salir de ella, han generado un desfasaje entre el desarrollo por un lado y la gestión supervisora de control por parte del Estado y la comunidad. Se ve, por ejemplo en la revisión que el gobierno va haciendo de los subsidios. Si esto es más fácil de resolver ya que refiere a cuánto se factura y cuánto se gana, más difícil resulta controlar si se produce de acuerdo a normas sanitarias y ambientales.
De esto se desprende que hay que avanzar por la normalización de toda la producción atento a una mejor calidad de vida de la población. Por ej. Glifosato y otros herbicidas en el cultivo de soja y otros; exposición de los trabajadores rurales a vinchuca y otros riesgos por alojamiento en condiciones infrahumanas; peligro de todo un acuífero por el endicamiento privado del arrocero Aranda en los Esteros. Los pibes "marcadores" y los vecinos a los campos sojeros que resultan fumigados. Mercurio, cromo, arsénico, cadmio, nitratos y nitrito en las curtiembres, soda cáustica y otros en lácteos y chacinados, asbestos en aislantes y cementos, cianuro en textiles, plásticos y acrílicos, dióxido y azufre en transporte público y “la explosión” del automóvil y la moto propia en grandes ciudades, usinas térmicas, etc. Y hay que hacerlo, porque es obligación de todo gobierno y estado, porque es obligación de todo quien propugna una vida mejor y porque las consecuencias de un proceso nocivo son siempre más costosas, en términos humanos y económicos, que lo que puede costar prevenirlas.
El tema central es si queremos avanzar a mejorar las condiciones de vida del pueblo por la vía del desarrollo sustentable, autónomo e integrado o nos limitaremos a producir lo que nos dejen los proveedores externos.
Si vamos por la segunda vía olvidémonos de terminar con la pobreza. El pueblo argentino, los pueblos americanos, no tenemos ni tendremos en años capacidad de disputa como para expropiar lisa y llanamente al gran Capital y repartir la riqueza, si un proceso así fuera posible. Estamos avanzando a una mejor distribución del ingreso, pero los pobres, su pobreza, las soluciones a producir son hoy, no en un futuro mediato.
No hablamos sólo de justicia social y economía, hablamos de nuestra soberanía como pàís, es impensable avanzar en nuestra independencia e integración regional si trabamos la base de cualquier desarrollo industrial propio: la producción de nuestros propios insumos industriales.
Si queremos lo primero, es decir, mejorar las condiciones de vida del pueblo con desarrollo, necesitamos producir las materias primas NOSOTROS, planificar la producción sabiendo que tenemos con qué producir (Un ejemplo: la producción de barcos para Venezuela retrasada años al ritmo de la provisión brasileña de chapa para barco. Queremos ser punta en energías alternativas, pero tenemos que comprar las pilas afuera porque el litio se va sin que las hagamos aquí.
Traducido al tema minero, ESTO, EN ALGUNOS CASOS ES MINERÍA A CIELO ABIERTO y casi siempre megaminería. No tiene por qué ser como fue hasta ahora. Se puede y se necesita crear una minera estatal, que se asocie con capacidad de decisión con los proyectos mineros privados y de estados vecinos que reduzcan riesgos al mínimo, que se constituyan organismos de control social y mixtos (gobierno nacional, gobiernos provinciales, organizaciones sociales) de los procesos. Pero sobre todo que se industrialice el mineral en la zona de extracción. Porque la peor enfermedad que deja la minería puramente extractiva es aculturación, sociedades divididas y marcadas por el desempleo y el despoblamiento.
La experiencia histórica es aleccionadora, cuando se hace posible un avance en la producción de riqueza no hay nada que pueda detenerlo en el mediano plazo. Y en el corto plazo sólo se puede trabar su desarrollo con alto costo social e institucional. Es lo que nos está pasando con el monocultivo, por ej. Y ahora con la megaminería. La solución, tanto para el gobierno nacional, los gobiernos locales , como para las asociaciones y movimientos, no es prohibir lo que la misma sociedad no permitirá que se prohíba, sino encontrar una solución que integre dicho avance a un proceso productivo sustentable, beneficioso para el conjunto y pasible de ser controlado.
Si vamos por esta vía, lo que se haya luchado con buena fe hasta acá será productivo y estaremos en buena posición para avanzar a convenios más ventajosos para el país y para los pobladores de zonas mineras.
En cambio, si sólo hablamos de la contaminación y frenamos el desarrollo minero sin propuestas que garanticen la explotación, contribuimos a que los pobladores locales se enfrenten entre sí. Y a que la mayoría –acuciada por la necesidad de empleo- deba ir al pie de las mineras sin poner ninguna condición. Y esto llevaría a un solo final: cuando mejoren los procesos que hoy no se hacen bien, nos encontraremos que el mineral se sigue yendo y a nosotros nos sigue llegando en forma de productos chinos
Por una minería nuestra, limpia y con industrialización en zona de extracción.
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