Me lo envía un compañero siempre certero en sus análisis. Un verdadero curso de estrategia política en 60 líneas.
Hablando de
argentinidad al palo, hay que reconocer que la actividad humana más noble, la
política, tiene en Argentina una dimensión incomparable a prácticas afines en
cualquier parte del mundo.
Ni que hablar de
la capacidad del peronismo para entender en 10 segundos la nueva situación política
y darle una respuesta de poder.
Mientras la oposición boba se aprestaba a festejar la entronización de su jefe
espiritual como cabeza de la iglesia, ese gigante que parece invertebrado y
miope desarrolló la operación de absorción polítíca y simbólica más efectiva de
la cual tengamos memoria. Coronada por una puesta en escena de la presidenta Cristina Fernández digna de El
Padrino.
El problema en
varios de los escritos de que pudieron verse durante estos días es que parten
de una perspectiva contemplativa y prejuiciosa en el sentido estricto del término. Casi todas coinciden en ver la asunción de Francisco como un problema para nuestros pueblos.
Problemas teníamos
en los noventa cuando habíamos perdido la batalla ideológica y nos veíamos
obligados a jugar en la baldosa del liberalismo haciendo contorsionismo.
En verdad, que la iglesia católica haya elegido
como jefe a un cura peronista y guardián (1)
en un momento de consolidación de los proyectos nacionales y populares en Latinoamérica
no debe preocuparnos, es un desafío para la política. Pero es ese sector el que tiene que jugar hoy en nuestra baldosa simbólica, la que construimos del 2003
en adelante. Su opción -conservadora si se quiere- por los pobres, nos obliga a
profundizar nuestras políticas, no a retroceder.
La pelea contra
el duhaldismo la ganamos con más peronismo, con un peronismo del siglo xxi:
Trabajadores, jóvenes, excluidos de todo tipo, minorías sexuales, también burócratas
a la vieja y a la nueva usanza. Amplia
constelación de caniches blancos impolutos, dálmatas con algunas manchas y
también perros negros como nosotros.
Me cuesta creer
que un tipo que llega a ser papa, siendo peronista y guardián, pierda los pocos
años que le quedan de vida enredado en una pelea domestica junto a una oposición
berreta.
Debemos reconocer
que en lo gestual varios compañeros rozaron la indignidad en el apuro, pero lo importante
es reconocer el impulso político que la iniciativa de Cristina le da a la
disputa del capital simbólico: no regalar al papa, mejor dicho chorearse un
papa, y si no da, por lo menos neutralizar, absorber el golpe. No regalar
nada.
A muchos les
aterra la figura de un papa casi humano, de un cuadro político taimado y con
capacidad de comunicación. Para ellos el Benedicto era el papa ideal, no había
que discutir nada, era la encarnación del mal, identidad perfecta entre forma y
contenido. La
impotencia política al extremo. Al extremo de tener que renunciar.
A muchos compañeros
los obnubila la figura de Karol Wotjila como combinación dialéctica perfecta y
efectiva entre forma y contenido. Un perverso en el frasco de un papa bueno,
casi humano. Tan
humano que logro horadar los cimientos del Stalinismo hasta hacerlo colapsar.
Pero las analogías
historicas sólo sirven para pensar la política del presente.
Ni Bergoglio es Karol
Wotjila
Ni Moyano es Letch
Walesa
Ni CFK es Jaruzelsky
o Breznev.
Tampoco sirve
en esta etapa histórica aquella máxima de Gramsci: "pesimismo de la
inteligencia, optimismo de la voluntad", Él la pensó para sostener y encuadrar a una
organización política cuando los estaban por liquidar en medio de la ofensiva
fascista.
Esta es otra
etapa histórica, por lo menos en Latinoamérica: al de “voluntad e inteligencia
para ir por más”.
Nadie está
pensando en retroceder, esperando los consejos de Francisco. CFK fue al Vaticano y le
dejó tarea: Malvinas, inclusión, memoria y verdad (la justicia es a cargo del Estado), paz.
Se puede complicar,?
Y sí, como siempre. Pero es la Politica
Y en este siglo
recuperamos la política al servicio de "cosas simples": como el “ser
todos los días un poquito mas felices”.
(1) Calificativo que se daba a los integrantes de Guardia de Hierro en los ´70
Hay un punto que efectivamente me preocupa y que lo he visto repetirse en muchas especulaciones alrededor del ex-Arzobispo Bergoglio hoy Papa Francisco. A excepción de Horacio González que con pluma compleja y relacional ha planteado -en una nota de Página 12- que pensar a Francisco como un "Papa peronista" es un retroceso, la gran mayoría no adhiere a esta idea. Personalmente creo que sí, que es un retroceso y, al contrario de lo que podría intuirse de buenas a primeras sobre la posibilidad de que la Iglesia Católica haya salido de su eurocentrismo para "ampliar", "abrirse" a América Latina y el Caribe, bueno, creería que es todo lo contrario.
ResponderEliminarPensar que Bergoglio-Francisco estará pendiente de la política doméstica argentina sería efectivamente un localismo. Sin embargo, subestimar la influencia que desde el Vaticano un Papa puede ejercer para re-ordenar la derecha latinoamericana a favor del proyecto neoliberal encarnado por EEUU sería una ingenuidad.
Si Juan Pablo II contribuyó fuertemente para que cayera uno de los dos proyectos político-económicos más importantes del siglo XX, ¿no es eso suficiente como para dimensionar el poder que tiene esa institución para operar políticamente? ¿No son los TLCs mecanismos totalmente vigentes en América Latina y que buscarán ampliarse en nuestra región? ¿No es nuestro subcontinente uno de los lugares del mundo con mayor riqueza en bienes naturales que no dejaran de ser acechados por las transnacionales de todo el mundo?
Ojala y toda esta especulación no sea sino una mirada equivocada. Ojala Francisco focalice su atención en los conflictos al interior de la Iglesia sin tener un peso excesivo en los proyectos de centro izquierda, progresistas, nacionales y populares, neodesarrollistas, etc. de nuestra región.
Sin embargo, no hay que olvidar que la foto de Bergoglio con Michetti y el PRO no es parte de un "antiguo pasado", sino de una posición política reciente.
Abrazos.