Un par de dificultades para avanzar hacia los cuartos y ya aparecen en los medios esos opinadores que juzgan a la sociedad argentina a propósito de la selección.
Otra vez las voces del juicio justo, que "los argentinos somos soberbios", que "nos creemos los mejores del mundo". Y otra vez la falsa autocrítica del "hay que reconocerlo" cuando en realidad es su rechazo su crítica velada a los que no cultivamos el derrotismo como forma de evitar frustraciones.
Hay pedantes en Argentina, como hay garcas, pero reducirnos a la mayoría de "los argentinos" a ese estereotipo es también una forma de pedantería.
Ganamos dos campeonatos mundiales, fuimos subcampeones dos veces. Ganamos también en los Olímpicos y Juveniles. De los consensuados 4 mejores jugadores de la historia, 3 nacieron en Argentina -Distéfano, Maradona, Messi- somos el único equipo del mundo que tras cien partidos con Brasil les lleva un triunfo de ventaja a los penta. Todo esto en el deporte más popular del mundo y de la historia, un deporte que no creamos, traído por inmigrantes.
Tenemos una escuela de juego que los cultores de ese prurito derrotista, con la mirada puesta en el afuera, fueron deteriorando tanto como cada vez más temprana exportación de nuestros jugadores. Pero es una escuela que renace en cada asistencia de Román, Dalessandro (no abundo porque si hacemos la lista de armadores de los últimos 40 años, el 70% nació acá), en las apiladas de Lío, las diagonales del Fideo.
Tambien en la dignidad de Diego encabezando el tren del ALCA y la de Lavezzi, Mascherano y Lío haciendo un spot para las abuelas por los pibes desaparecidos (Hace diez mundiales que te estamos buscando).
Qué mezcla no? Es la que existe en nuestro fútbol.
Por eso vamos a la competencia convencidos de ganar, no por soberbia. Porque muchos de nuestros jugadores crecieron en un medio de pobreza, de necesidades, pero en el que campeaba la convicción de no ser menos que nadie, de tener derecho a lo que cualquiera. Porque aunque decenas de veces nos quisieron borrar la historia, muchas más la recuperamos, de a fragmentos, un poco de fútbol, un poco de peronismo, otro de Charly o los Redondos, otro de rebeldía ante el poderoso, etc.
Entonces: ¿a qué vamos a ir a un mundial? A ganar.
Qué vamos a esperar los hinchas? Que nuestra selección gane.
Tenemos todo el derecho a la esperanza y la convicción. Y a sufrir y esperar la próxima si no se da. como en nuestra historia.
También quien no quiere ejercerlo tiene su derecho, no necesita usar nuestras pasiones como excusa para hacerlo
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