miércoles, 8 de octubre de 2014

EL ASESINATO DEL CHE: ESE FUE EL DÍA

(...) "vergüenza tener frío y acercarse a la estufa...(...) la consternación pasará, la rabia quedará, se hará más limpia (... Habrá otros, siempre habrá otros" . Mario Benedetti
Ese fue el día
Volvía en el Sarmiento, ya de noche, la curiosidad le ganaba al cansancio y mi mirada no dormía, pasaba de la señora que volvía con su gran paquete (¿ropa para la familia?¿ tela para hacerla?) al señor con manos grandes y callosas, pero pinta de no tener empleo hace rato, a la piba que tal vez girara su cabeza y mirara (¿y qué hacer entonces?) a las casas que van huyendo al paso del tren o se acercan como para subirse.

Tal vez como siempre pasó Carlitos (ese ciego que le faltó al Informe de Sábato para darle concreción y referencia) su gran cuerpo lanzado hacia adelante desplazando al pasar a todo el que viajara parado y sus gritos/mensaje "he tenido la desgracia de perder la vista. si Ud. pudiera darme una moneda", traduzco más que escucho, porque había que tener bastantes viajes en el Sarmiento para saber qué gritaba Carlitos con ese decir entre gangoso, enojado y como harto de repetirse.
Alguien se levanta delante mío, pide permiso y sale al pasillo para bajar, alguien pide permiso y se sienta, acomoda la Crónica para leerla, desde atrás para adelante, como solían ser leídos los diarios cuando no había internet y sí historietas y relatos o noticias relatadas como preámbulo a las páginas de fútbol que uno encontraría un par de páginas más adelante, después de descartar las necrológicas y algún aviso de remate.
El tipo levanta más el diario y veo la tapa a pleno: una foto algo borrosa me muestra al Che sin ese brillo, esa vivacidad en la mirada que resaltaba en cada foto suya, el titular confirma los rumores que ya circulaban: el Che había muerto y la señora del paquete, el señor de manos callosas y la piba no se iban de mis ojos. 
Al contrario parecían acompañarme, aún sin mirar, a ese joven de 16 años que vuelve de una de sus primeras visitas a facultades de "la Capital" y se entera leyendo un diario ajeno que su primer ídolo y referente (palabra desconocida en los ´60), el que viniera a juntarse con Juan Salvo y a sustituir a la iglesia de los catecismos, las procesiones y las prohibiciones, el Che, había sido asesinado. Y ese asesinato (esto seguramente le surgió sin pensar ya que en su cabeza no había más que el Sarmiento, la señora,el hombre de manos callosas, el del diario, la piba que nunca lo miró y un estupor que se iba extendiendo sin palabras) era lo último que vería pasar sin más.
Habla Benedetti de la consternación que pasará y la rabia que se hará más limpia.
Ese fue el día.
Años después y al hablar con uno, con cientos de compañeros, en esos momentos de confidencia que dificultara la clandestinidad o habilitara la cárcel, encontrábamos la misma respuesta: ese fue el día que apartamos las dudas y dijimos con nuestras vidas y nuestros cuerpos que había que ir por el mundo de nuestros sueños, cueste lo que cueste.  
Y si volverá el dolor de los que queden en el camino habrá otros para realizarlos, ya los hay de miles, hoy, entre nosotros.

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