Con el reloj y el calendario al rojo, porque el tiempo corre y las elecciones de octubre amenzan dejarlo de a pie, Duhalde vocifera "confusión, desgobierno, desorden, caos, anarquía".
En su dolor de ya no ser, él confunde el momento que vivimos, confunde la etapa de desarrollo que atraviesa nuestro movimiento.
Magnetto pone todos sus medio de ampliación al servicio del ex casi todo siempre golpista. Los punteros del PRO y algunos matones aún no demasiado identificados hacen lo suyo. No les alcanza. Pero tenemos que estar atentos porque cada día que pasa los empuja más a lastimar al pueblo, no importa si después van a poder o no cargarle las culpas al gobierno.
Este tiempo se juega de ambos lados pero la iniciativa es nuestra: lo peor que puede pasarnos es que desde nuestras propias filas algún Insfrán, algunas situaciones locales, tomen el curso antipueblo que busca la derecha.
Duhalde no le habla a los empresarios que están haciendo negocios como nunca. La mayorìa de esos empresarios no quiere ruido, aunque les pongan piel de gallina los discursos de Cristina, nuestro apoyo y militancia, muchas de las acciones políticas del gobierno. Todavía bolsillo mata ideología en esos lares.
El discurso del miedo busca a los débiles, a la cuota del crédito de los que al fin alcanzaron algo: un electrodoméstico, un techo, un empleo seguro, una ilusión para sí o para sus hijos, tras décadas de no ver futuro. Pero él también les de miedo. Un poco de memoria lo encuentra siempre beneficiado por las crisis, fogoneándolas, sacando provecho del dolor y la miseria.
Nuestra hora de ir por más
Tenemos las dificultades del que crece y Duhalde nos supone débiles.
Ve que abrimos grietas en la vieja sociedad con el avance de la sociedad participativa que estamos construyendo y cree que nos vamos a derrumbar. Es su mundo el que se hunde y se ofrece para remolcarnos. Supone que nos vamos a fragmentar y dividir y apura el paso, caiga quien caiga. En todos los frentes y en cualquier lugar.
Si limpiamos los cuarteles de genocidas y golpistas va a los EEUU a buscar el apoyo que aquí le escasea. De paso se corre del centro de la escena justo cuando sus operaciones vuelven a sembrar la muerte entre los más desesperados, a la vez que alumbran focos de intolerancia en quienes hasta ayer formaban parte de ese contingente de los sin nada.
Es su oficio y vale la pena tomarlo en serio. Con Macri no lo están haciendo tan mal como suponen muchos compañeros. Ni uno ni otro quieren hacer una sociedad mejor sino ir para atrás. No son Fidel y el Che, son la derecha más activa. Confundir, asustar, empujar pobres contra pobres, matar: todo eso les sirve.
Nuestro trabajo, construr una sociedad inclusiva, cada día más participativa y democrática, sin represión, es el doble que el de ellos.
Pero somos mejores, somos más y la tenemos a Cristina.
Vamos por más.
Ah: los Qom deben tener justicia por sus compañeros asesinados y recuperar sus tierras YA.
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