Esta noche veo entre los árboles la luna llena. A Néstor Perlongher, recuerdo, solía darle risa la luna llena.
Tratándose de los ´70 es preciso decir que vivíamos en tal estado de gracia que se veces no sé si es lo vivido o mis deseos,
En todo caso, tampoco sé si hubo luna llena el día de su partida en el exilio, hace 30 años.
Comparto algunos recuerdos que relaté en su memoria hace un par de décadas.
NESTOR PERLONGER: SER GAY EN LOS ´70
Néstor Perlonger fue sucesiva y paralelamente científico social, poeta, pensador
En los ´70, por encima y detrás de estos avatares Néstor era un militante.
Desde la Carrera de Letras había llegado al ejecutivo del Cuerpo de Delegados de Filosofía y Letras de la UBA y, sin gastar palabras en discusiones que a veces llevaban días enteros, Néstor estaba a cargo de una actividad: era responsable de la autodefensa de las movilizaciones.
Molos, palos, grupos, objetivos, la Guardia de infantería y los hidrantes eran su problema, y para resolverlo desplegaba un menú tan monótono como eficaz: "fulano aquí, acá una pareja, en esta esquina van cuatro, las molos van allá, estos cuidan en la peatonal que nadie se queme, en la semana hay que ir a estos bares a ver si sirven para hacer control".
Pero sería erróneo decir que Néstor era solo un militante. En un tiempo de sexo en blanco y negro, Néstor era un homosexual visible, explícito, provocador.
Se vestía, hablaba y gesticulaba, como le parecía que podía dejar más clara su elección sexual y cuando quedaban dudas las aclaraba. Si en algún momento Maradona paseó un tapado blanco de piel en la ilusión de que ningún símbolo de poder le quedaba chico, Néstor se reía de la pacatería en el ´70, cruzando Puente Alsina, también con un tapado blanco, de piel sintética, a las 2 de la mañana, bancándose las puteadas de canas, ociosos y laburantes hasta hacerse una figura cotidiana.
Mucho antes que el resto de nosotros, Néstor había percibido que en la década del cambio la argentina conservadora guardaba un reducto casi inexpugnable: la revolución sexual no entraba en la disputa.
A contramano de su tiempo, tampoco fue un tipo digerible en el "mundo homo", ya que percibía los mismo tics pero en versión ridícula. "Es paradójico que para defender nuestro espacio debamos abrazar la causa de la pareja monogámica burguesa como forma de unión, cuando todo el mundo empieza a comprender su carga de cinismo y repetición".
Insatisfecho con la oferta de una militancia castrada o una homosexualidad cortesana, Néstor tendía un puente de rebeldía entre sociedad y sexo y nos provocaba con su coherencia.
Después vendrían la fundación del Frente de Liberación Homosexual, el golpe y su partida, la Universidad de Campinas, el SIDA y su muerte.
En el medio, poesías como aquella que, sin nombrar al Proceso, enumera todos los quehaceres cotidianos de la gente y la ciudad para repetir en cada pausa "hay cadáveres..."
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