A propósito de la situación creada por la salida de Sergio Schocklender de"Sueños compartidos"y la posterior separación de su hermano Pablo junto a otros 16 personas, anunciada este domingo por Hebe, se multiplican las adhesiones y ataques a Madres, en algunos casos desde sectores siempre enemigos, en otros, desde sectores y compañeros que cuestionan que las mismas hayan ampliado su acción inicial extendiéndola a la construcción de viviendas, entre otras.
Abordamos el artículo de César Altamira “Schoklender, las Madres y el valor de cambio”(transcripto al final) ya que resulta ejempificador de otros abordajes que se definen defensores de los derechos humanos.
Leemos en el primer párrafo: El capital corrompe de por sí. Cuando la política se mercantiliza, cuando es colonizada por el capital, deja de ser tal (…) Las luchas del ayer no pueden justificar las políticas corruptas del presente”
De inmediato surgen las preguntas: ¿Qué corrupción? ¿la de Hebe? ¿La de las Madres? ¿La de Schocklender?
¿En qué paradigma de clase se instala esta condena pre-juicio y pre-prueba?¿Saltamos por sobre el burgués "se es inocente hasta que se muestre lo contrario" para instalarnos en el feudal "se es culpable según me parezca”?;
También: ¿Desde qué experiencia ideológica y/o técnica fundada en hechos históricos, se da por sentado que el hecho de que las madres decidan llevar adelante la parte que puedan de los sueños de nuestros compañeros caídos, sus hijos, necesariamente conduce a la mercantilización y la corrupción?
¿Así que a las organizaciones populares sólo les quedaría esperar que llegue el socialismo para poder gestionar producción? ¿Y dónde aprenderían a hacerlo? ¿En el estudio de algún teórico que mientras tanto decida cómo se hace sin ensuciarse?.
Creo que este artículo ensucia gratuitamente a las Madres, es propio de Perfil, lamentable en lo ideológico y en lo político y se arroga derechos que no tiene
"·El pañuelo no se mancha" dijimos el jueves cuando fuimos con las viejas, pero era un mensaje al enemigo. A las Madres, sobre el pañuelo no podemos decirles nada. lo inventaron, es suyo y se lo ganan desde hace décadas sin necesitar nuestra censura.
“El Capital corrompe por sí”., agrega el artículo ¿Es decir que es invencible? ¿Que no hay forma de sustraerse a su impronta?¿Que no hay fuerza capaz de contrarrestar su influencia? NO, no y no.
No es invencible. No todo cae bajo su influencia, es posible avanzar a configurar otra forma de relación, de relación con el mundo y con mis semejantes. ¿Cómo? Construyendo formas de organización, de pensamiento y de acción que confronten con las formas dominantes.
Tal vez las Madres no sean todo lo que se necesita, pero en Argentina, así como no puede pensarse en un movimiento político sin tener en cuenta el 25 de mayo, la guerra de la independencia, el 17 de octubre, el Cordobazo, el 2003, tampoco es posible pensar en contrahegemonía sin tener a las Madres como referencia.
Hay que vivir en un frasco para suponer la mercantilización de las Madres. Es más, hay que hurgar muy en el fondo de todas las instituciones de Argentina para pensar alguna -excepción hecha de abuelas- cuyo motor esté menos determinado por el mercado y más cargado por la resistencia popular en sus mejores planos ideológicos y políticos.
Por eso es que la consigna “hagamos realidad el sueño de nuestros hijos” prendió entre un grupo de mujeres en el momento en que la vida para muchos entra en una instancia de descanso y reflexión sobre lo vivido.
Es del cumplimiento de esa consigna, de su implementación, que salieron los planes de vivienda, la construcción de centros comunitarios y hospitales. No al revés. No es que se pusieron a discutir cómo hacer guita, sino que para encarar estas acciones tuvieron que gestionarla. Y la consiguieron porque hay un gobierno popular que prefiere orientar fondos para la gestión de organizaciones populares sustrayéndolos –en un porcentaje- al circuito de la corrupción, los materiales vencidos, las terminaciones berretas, el uso especulativo del capital. No es que “El capital coloniza” a las Madres. Es al revés: las madres están poniendo –a costa de sus vidas- su granito de arena para promover el bienestar de los pobres y a la vez sustraerse a las leyes de mercado. Puede ser que ocurran tropiezos,como podría serlo el de Schocklender. También que las Madres se logren proyectar más allá de su línea de vida, como lo demuestran los cascos amarillos que abundaron el jueves en la Plaza. ¿Acaso deberían dejar de soñar con esa trascendencia?
“El incremento del patrimonio de la Organización en tan corto tiempo nos arroja en otro terreno. La mercantilización exige dos lados: quien vende y quien compra. No hay responsabilidades esquivas”, dice Altamira.
Cierto, el incremento del patrimonio deviene del objetivo de producir más, es decir atender a más necesitado de vivienda. Y con ello seguramente se crean contradicciones en el terreno del control de gastos, la gestión laboral, la calificación del trabajo, la calidad de lo producido, etc. Al parecer César espera que todo esto lo haga mejor CaputoSA. O tal vez no, pero sí está seguro que ninguna organización popular lo hará bien y que todas se mercantilizarán, empezando, por supuesto por las Madres.
¿Entonces? Recreamos la pregunta: ¿Dejamos que una burocracia estatal deteriorada por décadas de desguace y menemismo y hoy aún en proceso de reforma lo haga sin control alguno? ¿Se lo damos a Caputo?¿O fortalecemos el ámbito de la gestión popular? Me quedo con esto último.
“Reconozco que cuando se reciben planes sociales entregados por el gobierno entran en disputa zonas de dominación y de resistencia.” , agrega el artículo. Es probable que esto le pase a quien escribió la frase. Y lo comprendemos. Ahora bien ¿Desde qué plano en relación a la lucha de las madres puede alguien sentirse en mejores condiciones que ellas para resistir? Y si no le sucede ¿Por qué da por sentado que las madres cayeron del modo que La Nación y Clarín quieren mostrar y el autor del artículo afirma sin probar?
Me quedo con el consejo final del artículo, Deslindar es la palabra. Sí, yo me deslindo de todos quienes creen que pueden juzgar a las Madres, de todos quienes creen que pueden condenarlas por argumentos del oligopolio mediático. El pañuelo no se mancha, Porque la lucha de las Madres lo ha mantenido limpio.
Mario Burgos
Schoklender, las Madres y el valor de cambio. Por César Altamira en http://www.politicaycomun.com/2011/06/schoklender-las-madres-y-el-valor-de.html
El capital corrompe de por sí. Cuando la política se mercantiliza, cuando es colonizada por el capital, deja de ser tal y entramos en el terreno del puro capital, donde lo que reina es el valor de cambio. El affaire Schoklender trasciende a su actor directo y coloca en el escenario a la Organización Madres de Plaza de Mayo- Pastor de Bonafini- en particular. El incremento del patrimonio de la Organización en tan corto tiempo nos arroja en otro terreno. La mercantilización exige dos lados: quien vende y quien compra. No hay responsabilidades esquivas. Nuestra responsabilidad exige desmarcarse y denunciar esta politica, propia de todas aquellas oneges que, multiplicándose, lo que han hecho ha sido cristalizar la pobreza, más allá de satisfacer una demanda social, y congelarla en el tiempo. No parece que "Sueños compartidos" sea una organización social que dispute territorialidad promoviendo organización. No podemos aceptar la mercantilización del pañuelo. Reconozco que cuando se reciben planes sociales entregados por el gobierno entran en disputa zonas de dominación y de resistencia. En todo caso lo novedoso de estos días es la entrada en escena de una manera brutal del biocapitalismo: incorpora el control del capital sobre nuestra vida, aunque ya no la propia, sino aquella vinculada a la lucha de los derechos humanos. Es responsabilidad política del conjunto de los organismos de derechos humanos deslindar espacios. Las luchas del ayer no pueden justificar las políticas corruptas del presente.
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