ES TIEMPO DE CONSTRUIR LO NUEVO En los mejores días, decíamos "Gracias Flaco y Cristina x hacer lo que dijeron que iban a hacer y parecerse tanto a lo que fuimos y somos". Intentamos un continente en que crecer con solidaridad, inclusión, diversidad, equidad y justicia. Hoy la situación es otra: Un gobierno dirigido realizar su "revolución" conservadora, saquear al pueblo, arrasar derechos y legalizar el nuevo estado de situación. AHORA ES TIEMPO DE IMPEDIRLO Y LO HAREMOS RESISTIENDO UNIDOS
lunes, 26 de julio de 2010
El que denomina domina y el que se apropia de lo ajeno no es piquetero.
Discutiendo de este lado.
En su tapa del domingo página 12, a propósito de una acción del presidente de la sociedad Rural, Hugo Biolcatti, titula “Piquetero VIP” y agrega “cerró el tránsito de dos caminos públicos e incorporó esa superficie a (…) su propiedad”.
Cerrar e incorporar no es lo mismo que apropiar.
Tras la llamada Campaña al desierto, la familia Martínez de Hoz recibió del gobierno de turno un millón de hectáreas. De inmediato procedió a alambrar cortando accesos a ríos, bosques y aguadas. completó así el genocidio y desalojo de los sobrevivientes entre los genuinos propietarios: los originarios. Eso, antes que alambrar o incorporar o “civilizar”, es apropiación de lo ajeno. También es construcción de un actor político y social todopoderoso, que hizo una cultura particular de la dominación, marcó a sangre, rapiña, exclusión y fuego nuestra historia.
Día a día las topadoras desmontan tierras fiscales y/o “flojas de papeles” en el NOA y otras regiones, alambran o trazan límites provisorios con ramas o piedars y hacen sembrar soja. Con ello rompen el hábitat de subsistencia de los originarios y pequeños productores, impiden sus desplazamientos habituales, su convivencia con la naturaleza, reducen la población que vive y convive con esas tierras, ponen en peligro de erosión tierras lábiles, fijadas por bosques que el hombre no podrá rehacer,
Eso es apropiación de lo ajeno y de lo público. Y construcción de un sujeto social asentado en la rapiña, la irresponsabilidad social, sin anclaje en otra legalidad que no sea la de su propia fuerza. Es decir, parece más de lo mismo pero es peor, porque el contexto de derechos y la democracia conquistada es hoy diferente al del siglo XIX.
En el último genocidio otra vez la legalidad de las armas, los secuestros y torturas encaramada en el Estado hizo posible que jefes militares y/o cabecillas de parapoliciales, advenedizos y los dueños de siempre “redistribuyeran” en beneficio propio bienes de militantes y de sus familias, de adversarios económicos, de empresarios caídos en desgracia.
Yabrán, Harguindeguy o Joe son algunas de sus figuras. Incluyo a Ernestina Herrera o el subcomisario Miara, que empujaron el procedimiento hasta apropiarse de hijos de las víctimas, como parte del botín.
Esto también podría parecer más de lo mismo, pero en la medida que tales prácticas de apropiación se realizaron en base a treinta mil secuestrados desaparecidos, dos millones de exiliados, decenas de miles de torturados y encarcelados, otra generación diezmada por Malvinas, tenemos un sujeto social que recreó su cultura de dominación tratando de destruir hasta sus cimientos la cultura de resistencia que el pueblo argentino supo también recrear a través de siglos, desde Tupac a la fecha.
Esa otra cultura, la cultura de la resistencia, tuvo en los últimos 25 años ejemplos como los piquetes de Cutralcó, obreros expulsados de empresas expropiadas y desnacionalizadas a precio vil que hicieron suya la defensa del empleo y la nacionalidad. O los maestros y trabajadores de la salud de la Provincia de Buenos Aires, que cortaban la ruta 3 no sólo en defensa de sus salarios y puestos de trabajo sino también luchando para que no se desmantelen escuelas y hospitales. O los trabajadores despojados de sus empleos, pequeños productores y empresarios ya sin sus medios de subsistencia, que junto a sus familias se organizaron para compartir, sobrevivir juntos y cortaron rutas para reclamar, hacerse visibles. Piqueteros que a la vez defendían sus vidas y un país en que la producción esté por encima de la especulación y la rapiña.
Otro sujeto social, en síntesis, sustentado en la solidaridad y el bien común, la inclusión, que hoy forma para del conglomerado que sostiene e impulsa las mejores realizaciones de los últimos siete años.
Así que el Sr Biolcatti no es un piquetero sino un apropiador de lo ajeno. Y lo que hizo no es un piquete sino una ocupación de tierra pública en consonancia con el sector al que pertenece.
Y debe ser tratado de acuerdo a la ley, para la cual quien se apropia de lo ajeno debe ser juzgado y en caso de comprobación fehaciente se le fije la condena que le corresponde por su delito.
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